En el partido de Morón, en la Zona Oeste del Gran Buenos Aires, se encuentra un símbolo de la lucha por los derechos humanos: la Casa de la Memoria y la Vida, que el pasado viernes 1 de julio cumplió 22 años.
El espacio forma parte del predio Quinta Seré, ubicado en Fray Justo Santa María de Oro 3530 (localidad de Castelar, límite con el partido Ituzaingó); y a pocos metros de él se encuentran los cimientos del ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio llamado “Atila” o “Mansión Seré”.
Es por este antecedente que la Casa de la Memoria y la Vida es la sede de la Dirección de Derechos Humanos del distrito de Morón. Fue inaugurada en el año 2000 por el entonces intendente Martín Sabbatella junto con la Asociación Seré por la Memoria y la Vida, organismo de derechos humanos conformado en aquella época.
Para saber más sobre la historia y el presente del lugar, Nota al Pie dialogó con Hermann von Schmeling, parte del Colectivo de Organismos de Derechos Humanos de la Zona Oeste; trabajador de la Dirección de Derechos Humanos de Morón; e hijo y hermano de personas desaparecidas: su padre -que tenía su mismo nombre- y su hermana Sonia.
“Tuvo mucho sentido que en este edificio que había sido construido años antes, en una gestión anterior, por un intendente llamado Juan Carlos Rousselot, empiece a funcionar la Dirección de Derechos humanos”, expresó.
En este sentido, von Schmeling remarcó que, durante la última dictadura cívico militar eclesiástica (1976-1983), en el predio Quinta Seré “se vulneraron los derechos de muchísimas personas”.
La historia de la Mansión Seré
El predio Quinta Seré toma su nombre de la familia propietaria hasta 1949, cuando vendió el terreno a la entonces Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
A siete meses de iniciada la última dictadura cívico militar eclesiástica, en noviembre de 1976, el Instituto de Previsión Social de la Municipalidad de Buenos Aires entregó el predio en comodato a la Fuerza Aérea. Ésta estuvo a cargo de la aplicación del terrorismo de Estado en el oeste del conurbano bonaerense, del cual Morón forma parte.
Desde entonces, la casa que perteneció a la familia Seré se transformó en un Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio. “Duró muy poco tiempo y sin embargo es uno de los más conocidos, porque en el año ‘78 hubo una fuga”, detalló von Schmeling. Se refería a la huida, el 24/03/1978, de Carlos García, Claudio Tamburrini, Guillermo Fernández y Daniel Rossomano.
Como consecuencia de la fuga, la Fuerza Aérea decidió, “con los prisioneros que todavía quedaban, trasladarlos; algunos liberarlos; los otros ponerlos a disposición del poder ejecutivo nacional, legalizarlos como presos políticos; a otros llevarlos a otros centros y vaciar el lugar”, explicó el entrevistado.
Luego incendiaron y dinamitaron la casa, cuyas paredes externas quedaron en pie, y abandonaron el lugar. En 1985, previo al primer Juicio a las Juntas Militares, se realizaron relevamientos con fiscales y sobrevivientes de Mansión Seré.
“Fue solamente un polideportivo durante 15 años”
Con la restauración de la democracia en 1983, Norberto García Silva asumió como intendente de Morón. En ese período, luego de que sobrevivientes y fiscales se acercaran a las ruinas de Mansión Seré para aportar pruebas en el Juicio a las Juntas, comenzó la idea de instalar en el predio un polideportivo. Éste lleva el nombre Gorki Grana en homenaje a un deportista histórico del distrito.
En este sentido, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires entregó el predio en comodato, esta vez al Municipio de Morón. “Uno de los acuerdos para la instalación del polideportivo fue derribar las ruinas de la casona”, explicó von Schmeling.
De esta forma, se mandó a demoler lo que quedaba de la estructura original. Al respecto, el entrevistado relató: “Se tira abajo, y literalmente se sepulta, se entierra; y arriba de los cimientos y de los restos de lo que fue la Mansión Seré, se instalan dos arcos de fútbol”.
“Cuando decimos que el Gorki Grana fue solamente un polideportivo durante 15 años hablamos del ‘85 al 2000”, comentó von Schmeling. Ya en el nuevo milenio, la historia del lugar dio un giro hacia la recuperación histórica y la promoción de los derechos humanos.
Una nueva era: la Casa de la Memoria y la Vida
Es por la historia del lugar que la Casa de la Memoria y la Vida tiene tal simbolismo. En este sentido, von Schmeling explicó: “Como se vulneraron los derechos de muchísimas personas, se funda en homenaje a la lucha por los derechos humanos”.
Al respecto, expresó que “los militantes políticos, las personas involucradas políticamente en esa época, luchaban por la equidad; por la igualdad; por lo que ellos llamaban la justicia social. Es decir, por los derechos de todos y todas”.
El edificio que hoy es la Casa de la Memoria y la Vida había sido construido en la década del ’90, durante la intendencia de Juan Carlos Rousselot. Sin embargo, sus fines eran muy distintos a los que tiene en la actualidad. Al respecto, von Schmeling remarcó que la obra se realizó “con dinero de las arcas públicas” para hacer “reuniones personales” del entonces jefe comunal.
“Por eso decimos que el edificio, el primero de julio del año 2000 es resignificado”, expresó el integrante del Colectivo de Organismos de Derechos Humanos de la Zona Oeste. Desde entonces, es “la Casa de la Memoria y la Vida, que es el nombre simbólico de la Dirección de Derechos Humanos del distrito”.
A su vez, comenzó la idea realizar “un proyecto de recuperación histórica en torno a lo que había sido la Mansión Seré”. La iniciativa arqueológica antropológica, llevada adelante por la Asociación Seré por la Memoria y la Vida y el Poder Ejecutivo, dio lugar al Espacio Mansión Seré (EMS), inaugurado 13 años después.
Espacio Mansión Seré: en el centro del horror
Las excavaciones para recuperar los restos materiales del ex Centro Clandestino de Detención comenzaron en 2002. De esa forma, quedaron al descubierto los cimientos de la casa, lo que permitió “decir ‘efectivamente acá estaba la casa’ y mostrar los vestigios materiales a los vecinos y vecinas”.
Pero, además, el proyecto de investigación se convirtió en un complemento de los testimonios de sobrevivientes y familiares en los juicios, lo que “sumó a la condena de los genocidas”.
El EMS fue inaugurado el 22 de marzo de 2013, y desde entonces la Dirección de Derechos Humanos realiza visitas guiadas. En este sentido, von Schmeling destaco su importancia, ya que opinó que “el ‘Nunca Más’ es una consigna estéril en tanto no se siembre en las nuevas generaciones la historia reciente”.
“Nosotros tenemos una frase que, en este nuevo aniversario, se vuelve a reflotar, que es ‘El futuro habita en la Memoria”, agregó. Al respecto, manifestó: “Tiene que ser el viento que impulsa nuestro navegar cotidiano; para enriquecernos como ciudadanos, desde lo individual aportando a la causa colectiva”.
Además, el entrevistado remarcó que “hablar del pasado reciente y la dictadura genocida nos late en la actualidad porque todavía, después de casi medio siglo del inicio de la dictadura, todavía seguimos juzgando a los responsables de los crímenes de lesa humanidad”.
“Hasta el último momento que podamos ubicar, procesar, juzgar y condenar a los genocidas, lo vamos a hacer porque no damos ningún paso atrás en la lucha por la Memoria, Verdad y Justicia; y porque la lucha justamente no se termina”, expresó von Schmeling.
Esta última frase hace referencia a la respuesta que artistas locales y militantes por los derechos humanos dieron a una pintada hecha en 2015 en la Casa de la Memoria y la Vida. Ese año, en el marco de las elecciones presidenciales, el edificio fue vandalizado con la frase “El 22 se termina el curro”, catalogando a los derechos humanos como un “robo”. Esa expresión de odio fue resignificada y hoy, quienes pasan por la puerta del predio Quinta Seré pueden leer: “La lucha no se termina”.