Luego de que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (CABA) prohibiera el lenguaje inclusivo en las escuelas, el debate estalló en todos lados. Con el objetivo de “profundizar el plan de alfabetización”, la medida anunciada el jueves pasado establecía la limitación en el uso de “@”, “X” y “E”.
Además, en declaraciones recientes la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, amenazó con sanciones a les docentes que pretendan aplicarlo en las aulas. “Es obvio que como toda norma se tiene que cumplir y si no se cumple, hay un proceso administrativo disciplinario”, dijo en diálogo con Radio Millenium.
Saber (de) qué hablamos
Este domingo, el espacio Letras Vuelve publicó un documento para desmentir los mitos en torno a un lenguaje no binario y reflexionar acerca de su rol político-social. Al respecto, el equipo de lingüistas utilizó investigaciones recientes que se destacan dentro del campo de las ciencias del lenguaje.
El documento titulado ¿Qué dice la lingüística sobre el lenguaje inclusivo? parte de la idea de que el lenguaje inclusivo comprende una variante no binaria para referirse a las personas. Es decir, aquella que no se identifica con “masculino” o “femenino”. Además, asegura que este tipo de lenguaje no es un método nuevo, sino que se presenta en muchos países de América Latina. Entre ellos destaca México, Uruguay y Perú. También resalta que la modalidad no sexista es parte del francés, el inglés y el sueco.
En ese sentido, afirma que en los países que se utilizan esas lenguas establecen los pronombres no binarios. En francés “elleux” y en ingles “them”, se utilizan como un “elles”. En Suecia, por ejemplo, desde 2015 el diccionario oficial de sueco incluye el pronombre neutro “hen”, que también refiere a “elle”.
Por su parte, el idioma español considera que el género masculino es “genérico” o “no marcado”, por lo que cualquier persona debería sentirse identificada. Sin embargo, les lingüistas remarca que “muchos grupos sociales quedan excluidos en ese tipo de usos”. Y en base a eso, plantean dos preguntas interesantes: “¿Por qué, si una audiencia está compuesta por más mujeres que varones, se usa el masculino?”, cuestionan. Y con la intención de ir más allá del debate, agregan: “¿Por qué el género masculino es el elegido para representar a los demás géneros?”.
El lenguaje como un campo de disputa
A lo largo del escrito se desmitifica los planteos más comunes en torno al lenguaje inclusivo. Por eso, les lingüistas insisten en que “el lenguaje es un campo constante de negociación, alianzas y enfrentamientos”.
Con respecto a “las dificultades de comprensión”, parten de un estudio lingüístico que comprueba que “en palabras estereotípicamente masculinas, el masculino genérico es menos eficaz que el inclusivo para representar un grupo de personas diversas”. Asimismo, un segundo estudio sostiene que no hay diferencias significativas en el tiempo de procesamiento
“Las formas no binarias comunican la diversidad de género mejor que el masculino y se procesan igual o más rápidamente”, reafirman desde Letras Vuelve.
Acerca del rol que tiene la Real Academia Española (RAE) -fundada en España en 1713-, el documento recuerda sus objetivos. De esta manera, señala que para elaborar su diccionario, su gramática y su ortografía, la RAE elige las formas y los significados que considera “correctos”. Sin embargo, esos modos correctos no son más que aquellos utilizados por los sectores medios y altos de Madrid y sus alrededores.
“Aunque tiene un indudable rol en las decisiones en materia de regulación lingüística, eso no significa que sea la única ni tampoco las más autorizada”, plantea el escrito en relación a la RAE.
Por último, les profesionales de la lingüística destacan que los debates en torno a las desigualdades de género “también toman a la lengua como un campo de disputa”. Por eso, afirman que palabras como “jueza” o “presidenta” se legitimaron cuando las mujeres ocuparon esos espacios.
“Esto muestra que el papel del lenguaje es central en la producción y reproducción de las desigualdades, pero que también puede contribuir a la transformación y subversión de subjetividades e identidades colectivas”, concluyeron.