“Que Arda” es un proyecto que se presenta como una plataforma de goce, placer y consenso hecho por y para todes. Si bien es una iniciativa colectiva, la creadora de dicho espacio es Paula Costantino, fotógrafa y artista visual argentina radicada en Barcelona.
Como declara en su página web, Costantino expone en sus proyectos todo lo que la atraviesa. Su nueva propuesta consta de una mirada realista y constructiva del imaginario sexual. Con interés por la perspectiva, Nota al Pie diálogo con Costantino.
¿Qué es el porno para “Que Arda”?
Justamente el porno es una palabra de amor y odio que siento. Porque entiendo que lo que estamos haciendo desde Que Arda es un registro de sexualidades y masturbaciones. Estoy hablando desde una diversidad, y no desde el porno conocido como la industria pornográfica, que es justamente lo opuesto.
Al hablar de porno creo que se mete fugazmente en el imaginario que tenemos de la industria pornográfica, que es de donde nos queremos alejar y construir desde otra perspectiva.
¿»Que Arda» está dentro del postporno?
Entre el concepto, la idea y el imaginario que tenemos de la pornografía y del post porno, claramente este proyecto se inclina más es al post porno. Pero también, en algún punto este proyecto no trató de encasillar, porque también la manera en que estamos construyendo es una narrativa más colectiva. Una narrativa propiamente de lo que sucede en las intimidades de gente real, mundana y desde una perspectiva de género.
No es un proyecto que busca una clasificación, ni creo que la tenga. Remite propiamente algo que ya sucede y que, con este proyecto, le estamos dando un espacio de cara a un colectivo, a una intimidad colectiva que es lo que nosotros llamamos.
¿Qué implica el registro de una mirada sin culpa y real?
Yo creo que ese es el punto que hace una diferencia o destrucción de ese paradigma patriarcal que tenemos desde la industria pornográfica. Este proyecto nace de una investigación que hice en dos residencias aquí en España. Hubo como un análisis de la industria pornográfica. Analizando esto, tratamos de hacer lo opuesto.
Entendemos que la industria es falocéntrica, entonces lo que se hace desde “Que Arda” es poner un falo en contexto. No ponerlo en el centro, como desde donde se parte y desde donde se termina. También romper con los tiempos de la industria pornográfica, que inicia con el jugueteo, acaba el hombre y se termina.
Al ampliar estos conceptos, nos alejamos de la industria y de los prejuicios. Nos alejamos un poco de la culpa. Nos alejamos de que solamente el hombre goza. Tenemos una mirada más empática de la sexualidad, como también de una diversidad. No hay reglas a las cuales acatar. Hemos registrado a penes no erectos.
Para mí, eso es súper importante. Hemos penetrado las vulvas de diferentes maneras. Entonces, toda esa diversidad hace que haya menos culpa, más identificación y encuentros más reales.
¿Cómo es el proceso de trabajo en preproducción y a la hora de filmar?
Primero que todo, con la persona que va a ser registrada se genera un filtro de manera natural o de manera intuitiva. Es importante que la persona esté alineada con el manifiesto y con la idea del proyecto. Se me acercan muchísimas personas que se van encontrando al proyecto en redes o por el boca en boca. Luego coordinamos en un lugar neutro para encontrarnos. Llevo un convenio que hice con una trabajadora sexual, para respetar a esa persona y aclarar que se va a grabar, y cuáles son las condiciones.
El segundo momento es el de la grabación. Ahí, yo me pongo casi como una mosca, en un segundo plano. Yo empiezo a grabar. Vamos viendo cómo se van sintiendo. Se graba hasta que la persona lo siente o hasta que la persona encuentra su punto de excitación. Una vez que me llevo todo el material, empezamos el proceso de postproducción. En el, invito a esa persona a que pueda ver los videos para ver si está cómoda y si le gustan los ángulos.
En principio, todas las personas que participaron estaban súper contentas con la grabación. También hay casos en los que la persona tiene relatos eróticos que han escrito, entonces los aporta. Creo que también es una construcción colectiva la parte de la postproducción.
¿La idea es que las personas que son parte de los films interactúen tal como lo harían en la cotidianidad?
Exacto. Creo que es importante romper la brecha que se ve entre la industria pornográfica y nuestra propia sexualidad. El espacio que hay en el medio, para mí, es un espacio de mucha frustración, de mucha complejidad. Entonces creo que hay que empezar a acercar un poco la sexualidad al consumo de imagen y video que uno utiliza para su propio universo. Así como cuidamos el consumo de palabras, el consumo de imagen, el consumo de alimento.
Creo que también hay que cuidar el consumo erótico que tenemos, para luego no ver tanta diferencia y frustración en la industria pornográfica, que se aleja muchísimo a lo que es nuestra propia sexualidad. Este proyecto trata realmente de registrar lo que hay, tal y como es. Teniendo en cuenta que haya una cámara en ese momento, seguramente se deben generar otras cosas que por ahí en la vida cotidiana no. Pero no está tan alejado. Entonces no hay pretensiones de guión, no hay pretensiones de nada, sino intentar acercarnos a esa realidad.
Se estima que por la cuarentena hubo un aumento en el consumo de pornografia, ¿cómo crees que el proyecto repercute en Argentina y España?
Sí, entiendo que tanto en Europa, desde España, y desde Sudamérica hay necesidades de consumo diferentes, pero entiendo que la industria pornográfica está totalmente globalizada como el capitalismo y el patriarcado. El consumo aparece en todos lados de manera universal. Sin embargo, este año llevé a “Que Arda” a Argentina. Lo proyecté en Erotic Pink, una galería erótica de Palermo, y después me llamaron para exponerlo en Córdoba, Río Cuarto.
Pude tener un feedback muy concreto de la gente de Argentina, como la necesidad de tener estos universos. También entiendo que en España hay cierto avance en la educación sexual, que por ahí en Argentina todavía no está del todo desarrollada. En algún punto, hay cosas un poco más accesibles desde acá que por ahí desde Argentina no.
Creo que también tiene que ver con algo un poco más cultural. Para mí, la idea de este proyecto es poder unir tanto la mirada de Barcelona, donde me encuentro, y la mirada Argentina. Creo que se retroalimentan, y que también nosotres desde Argentina tenemos una mirada un poco más visceral.
Entonces hay una entrega absoluta, y eso es totalmente gratificante. Tanto a nivel personal como a nivel del proyecto. Es algo que puede sumar como ambos hemisferios, empezar a unir y no tener esa mirada romántica eurocéntrica y poder retroalimentar la mirada desde la epistemología del sur.