En el marco del aniversario por los diez años de la Ley de Identidad de Género aprobada el 9 de mayo de 2012, reflexionamos sobre los espacios ganados por la comunidad LGBTQI+ y por aquellos que aún faltan por construir.
La ley entiende la identidad de género autopercibida como «la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente; la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento».
Nota al Pie dialogó al respecto con la militante travesti trans Gala Olimpia Villalba de La Matanza. Tiene 36 años y se dedica a la docencia en un colegio del conurbano bonaerense. También trabaja para el organismo provincial de adolescencia y niñez de La Plata en contexto de encierro con adolescentes mayores. Por otra parte, en La Matanza trabaja como asistente de minoridad, dando talleres de arte.
¿Qué significa para vos la Ley de Identidad de Género?
La ley, para mi vida y la vida de muchas de mis compañeras, fue un antes y un después. Un precedente en los derechos humanos, en la identidad autopercibida de cada una de nosotras y cada uno de nosotros; inclusive mis compañeros hombres trans.
La ley me hizo visible. No me dio privilegios, sino derechos, oportunidades y una reparación histórica. También hubo un cambio de paradigma en la sociedad sobre nuestra identidad travesti-trans. Fue una transformación cultural histórica. Además, modificó el hecho de poder sentirme yo misma libre y no sentir que estoy presa con mi identidad.
Junto con el Cupo Laboral Travesti Trans, para mí significan libertad de la opresión de un mandato heterosexual que nos impusieron, en el que solamente existen dos sexos.
¿Por qué crees que no se implementa el Cupo Laboral Travesti Trans?
Cuesta la implementación del Cupo Laboral Trans porque vivimos en una sociedad biologicista y heteronormada que solamente nos quiere en una esquina drogadas; en espacios oscuros, prostituyéndonos. Nos niegan los derechos que la sociedad heterosexual tiene. Hay mucha discriminación que sufrimos por ser distintas y distintos.
Creo que también hay que hablar de los hombres trans, travestis y también les no binarios. Hay que visibilizarlos para que lleguen a las empresas e instituciones. Cuesta por la ignorancia, por un Estado eclesiástico que juzga a través del criterio del cristianismo. La historia lo demuestra.
Tengo compañeras que han sido vulneradas desde chicas, a partir de su familia y después en la escuela. Muchas no pudieron terminar sus estudios porque las escuelas las discriminaron y expulsaron. De todas formas, en las convocatorias laborales exigen título secundario.
¿Cómo viviste tu infancia travesti trans?
Yo con mi identidad me sentí muy cómoda desde chica. No viví una infancia del todo libre, pero estuvo bien igual. Siempre me sentí diferente, y de grande me di cuenta que mi identidad era travesti. No hay una edad determinada donde una dice sentirse diferente al sexo o a la identidad.
Mi familia siempre supo sobre mi identidad, y a su manera supo abrazarme y cuidarme. Costó al principio que me llamen por mi nombre, porque mi mamá y mis hermanes crecieron con una persona que, de grande, decidió cambiarse de nombre.
¿Alguna vez sufriste discriminación? ¿Cómo lo enfrentaste?
Fui discriminada en las instituciones educativas y en el marco laboral también. Lo enfrentaba como algo cotidiano, con respecto e inteligencia. La ignorancia tiene que ver con eso: es discriminación de la gente que no sabe y no entiende. Pero, yo siempre respondo con diálogo, haciéndome visible y rompiendo esquemas impuestos.
¿Qué pensás sobre las personas que te discriminaron?
Creo que esas personas están oprimidas, presas de sus pensamientos. Están en un engranaje que no las deja ver más allá de la heteronorma. No pueden creer que podamos vivir libremente. No entienden que hemos ganado y conquistado derechos. Eso les molesta.
Las personas que nos discriminan no nos escuchan. La comunidad no vino a quitarle nada a nadie; vino a conquistar derechos que fueron quitados durante la historia. Sin embargo, creo que poco a poco la sociedad va cambiando.
¿Cómo influyó la Ley de Identidad de Género en La Matanza?
A mis compañeras matanceras les cambió la vida. Que te nombren con tu nombre autopercibido y tengas tu propio DNI para ir a las instituciones, ir a votar, hacer un trámite, fue un gran cambio. En la familia también, que respeten como nos llamamos, ganamos espacios y derechos.
¿Qué crees que falta conquistar por parte de la comunidad?
Falta trabajar sobre los espacios asignados culturalmente por una sociedad heteronormada y patriarcal, que tiene que ver con que hay puestos o lugares de trabajo que solamente son pensados para un hombre y una mujer. Hay que romper con eso y que haya un antes y un después. Un devenir de conquistar espacios que tienen que ver con el género y poder habitarlos como travestis-trans.
Además, hay que trabajar en perspectiva de género. Uno de los objetivos que tenemos es la reparación histórica travesti trans, se tiene que construir desde la educación tratando las infancias travesti trans libremente. Poder vivir una vida digna y poder superar la expectativa de vida de las nuevas generaciones.
Por otro lado, tendría que haber una transformación dentro de la educación porque la conquista tiene que ver con ella. La educación nos transforma, al igual que la cultura. Quiero que mi comunidad LGBTQI+ pueda vivir en una sociedad sin odio y tener una vida más tranquila.
¿Cómo crees que se eliminaría la discriminación?
La discriminación se eliminaría con educación, con capacitaciones laborales en las instituciones y con mirada de perspectiva de género. También los medios son muy importantes y cobran un rol fundamental a la hora de difundir mensajes, porque muchas personas adoptan las opiniones que escuchan y las reproducen.