El 19 de julio de 1924, las fuerzas policiales chaqueñas y grupos paramilitares de estancieros regionales asesinaron a un centenar de personas en la provincia del norte del país. El entonces gobernador del, en aquel momento, Territorio Nacional del Chaco, Fernando Centeno, prohibió la emigración del pueblo Napalpí por fuera de sus límites.
De esta forma, la respuesta contra los pueblos originarios Qom y Moqoit fue una feroz masacre. Los reclamos iniciados por las víctimas jamás fueron escuchados y permanecieron durante años en condiciones de esclavitud. En consecuencia, con el aval estatal durante la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear, las fuerzas policiales mataron a la población Napalpí.
La voz de la única sobreviviente
De aquella Masacre hubo tan solo una sobreviviente: Rosa Grilo, la cual llegará, de manera impensada para ella, a los juicios de esa tragedia. En un humilde pueblo chaqueño, la mujer de 114 años, escucha atenta las preguntas del entrevistador en su silla de ruedas, mientras un sauce genera una sombra sobre una calle de tierra y alivia el calor.
Con la voz quebrada casi por naturaleza, en unos segundos Rosa hizo un recorrido por su vida. En pocas palabras, expresó lo que significa para ella ese lugar: “El campo me crío. Acá conocí a mi marido. Se fue mi viejo, pero quedó la familia y me quedé hasta ahora. Tengo mi casita, estoy contenta”.
Rosa se salvó de tener el mismo destino que 500 hombres y mujeres del pueblo, porque su abuelo la rescató y la escondió en el monte mientras sucedía lo peor. «Me contaba mi abuelito lo que comimos. Tomamos agua del cardo. Tenía miedo. Quedamos en la casita, dormimos en el suelo buscando pasto para hacer colchón. Quise ir a mirar que pasaba y me desmayé».
Es recurrente en masacres así no escuchar las voces de las víctimas, porque ya no están o porque han sido silenciadas. Por eso el testimonio de Rosa es tan valioso para la cultura argentina. Su postura, su forma de hablar y los recuerdos de ese día se ven a través de su persona.
La masacre contada desde allí
En diálogo con El País, David García, representante de la Fundación Napalpí, explicó desde el pueblo la historia de lo sucedido. “En el lugar donde está el memorial, sucedió la masacre. Eso sucede por un reclamo de nuestras comunidades acerca del precio de las cosechas, que no estaba siendo pagado bien por los administradores. Ellos no querían vender más de esa manera, sino que querían vender afuera y no los dejaban”.
García explica que los administradores ya habían tomado medidas. Por ejemplo, los que quisieran salir del lugar tenían que conseguir un permiso y eran señalizados: “Los que tenían el sapo blanco eran los indígenas buenos y el sapo rojo, los malos”.
La noche anterior, contó García, en la comunidad hicieron los festejos porque iban a recibir al gobernador de aquel entonces, Fernando Centeno. A la mañana siguiente, cuando los líderes comenzaban a levantarse para preparar todo, recibieron la balacera. “Murieron más de 500 personas, casi nadie llegó a escapar”, explicó.
“Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia, quien quiera oír que oiga”, canta Lito Nebbia en un tema ícono. Es vital para la reconstrucción de la historia y la cultura argentina que la historia sea contada por los derrotados, para que no se invisibilice la otra parte.
David García exclamó: “Muchos de los padres no contaban la historia, por eso se escondió mucho tiempo. Se dejó de hablar el idioma, se dejó de practicar la cultura y se abandonó la vida cotidiana de la misma comunidad. A través del tiempo y las distintas luchas se logró que vuelva a fluir la historia de Napalpí”.
El juicio llega a la exESMA
El juicio por la verdad de la Masacre de Napalpí, a cargo del Juzgado Federal 1 de Resistencia, continuó esta semana con dos audiencias que se celebraron el pasado martes 10 y jueves 12 en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (Ex ESMA), en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Las dos jornadas contaron con testimonios de los investigadores Marcelo Musante; Nicolás Íñigo Carrera; Lena Davila; Alejandro Covello; Alejandra Aragón; Mariana Nazar y Carlos Salamanca. Especializados desde distintas disciplinas buscaron los motivos que condujeron a la trágica mañana del 19 de julio de 1924 en la que ocurrió la matanza que la historia oficial se ocupó en ocultar.
El juicio inició el 19 de abril en la ciudad de Resistencia y el próximo 19 de mayo entrará en su etapa final, con el inicio de los alegatos de la fiscalía y de las querellas en la Casa de las Culturas de Chaco. En las primeras audiencias se escucharon los relatos grabados de sobrevivientes que se declararon descendientes de las víctimas.
Además, hubo testimonios de especialistas e investigadores. Entre elles, el investigador de la Secretaría de Derechos Humanos, Alejandro Jasinski. Al respecto, repasó el extenso informe presentado en la causa sobre la masacre y el proceso negacionista que se construyó para silenciarla.
“La Secretaría de Derechos Humanos de la Nación acompaña la realización de este juicio como parte del proceso de reconocimiento del genocidio cometido contra los pueblos originarios y la búsqueda de reparación a las víctimas, sus familias y comunidades”, señalaron desde la cartera.