Durante los primeros meses del año Corrientes experimentó una de las crisis ambientales más significativas de los últimos años. Los incendios consumieron más del 10% de la provincia, acabando con la flora y la fauna del lugar. La situación despertó el compromiso de millones de argentines, que mediante distintas campañas de donaciones hicieron llegar su ayuda para combatir el fuego.
Nota al Pie dialogó con Ramón Sosa, presidente de la Asociación de Bomberos Voluntarios de Caá Catí.
Después de algunos meses de la etapa más crítica, la naturaleza se encuentra en pleno proceso de recuperación. Sin embargo, es necesario también avanzar sobre políticas públicas para un ecosistema mucho más saludable. “Lo que pasó tiene varios factores: el climático, las malas costumbres del correntino a la hora de usar el fuego y la falta de reacción de las autoridades”, dijo Ramón.
Caá Catí fue una de las localidades del interior correntino más afectadas por el fuego. El escenario estaba compuesto por fuego, humo, desesperación, animales quedados, y bomberes que intentaban controlar la situación. “Fueron dos meses sin parar. Descansábamos poco y cuando lo hacíamos no era porque no hubiera fuego. Llegó un momento en que tuvimos que elegir entre cuidar vidas humanas, viviendas o esteros”, comentó.
Situaciones extremas
Sosa explicó a Nota al Pie que hubo indicios de que la situación era compleja, pero, que “nadie nos escuchó y nadie reaccionó”. Señaló que hubo muchas deficiencias y tardanza en la reacción del gobierno provincial y nacional. Asimismo, señaló los problemas de articulación que hubo con los brigadistas y bomberes que llegaron de otras provincias.
Si bien, después de mucho tiempo los incendios fueron sofocados, fue gracias al compromiso –no siempre considerado- de les bomberes. Además, es innegable que el factor climático jugó y juega un rol central. Las escasas precipitaciones hicieron que haya solo 10% de agua en lugares en dónde había hasta 40% en épocas habituales.
El presidente de la asociación de bomberes comentó que años anteriores se enfrentaron a situaciones similares, pero “lo característico de la última vez es que había muchos focos a la vez”. Luego agregó que “teníamos cinco o seis focos por día, y eso hizo que tengamos que dividir recursos humanos y materiales para enfrentar distintos blancos a la vez”.
Caá Catí es una localidad ubicada a 126 kilómetros de la capital correntina, y cuenta con amplios espacios naturales compuestos por esteros. En este sentido, “el peligro real era si el fuego salía de esta zona y avanzaba sobre los montes, y ahí sí podía afectar a los poblados”, comentó Sosa. Así mismo, dijo que lo positivo de toda esta situación es que no tuvieron que lamentar pérdidas humanas ni incendios de viviendas.
Sin embargo, también comentó acerca de uno de los momentos más dramáticos al que se enfrentaron. “En una oportunidad tuvimos que evacuar a toda una comunidad, que fue Colonia Romero, porque estaba rodeada de forestación y ahí se vivió un momento muy desesperante”, recordó.
Trabajos en conjunto
La Asociación de Bomberos de Caá Catí nació en 1988, y Sosa se desempeña como presidente desde hace diez. El cuerpo especializado para el combate está compuesto por diecisiete personas, que constantemente están recibiendo capacitaciones para acudir a las distintas emergencias posibles.
Aun así, durante los meses de enero y febrero, mientras las llamas devoraban todo a su paso, el trabajo de las autoridades de la localidad fue sistemática y conjunta. “Nosotros trabajamos con la policía todo el tiempo, codo a codo. Ellos eran como un bombero más, porque sin indumentaria, sin los recursos, ellos prácticamente amanecían en el cuartel, aprestos para salir a ayudarnos”, comentó Sosa.
De la misma manera, les funcionares del municipio local y les agentes de la salud hicieron lo suyo durante la emergencia ígnea. “Este tipo de cosas nos permitió enfocarnos solamente en el fuego. En ese sentido tuvimos una buena experiencia”, dijo.
Además, el resto de la comunidad también acató las órdenes de no prender fuego. Aunque señaló que en algunas oportunidades las autoridades avanzaron con multas ante la conducta reprochable de prender fuego. Sosa apeló a que “siempre tiene que haber un antes y un después, y desde todos los estratos del gobierno tenemos que estar mejor organizados”.
Infinitas campañas de donativos
Corrientes estuvo en la mira durante los incendios, y no solo por las idas y vueltas entre el gobierno nacional y provincial, sino también por la ola de donativos que se generó. En distintos sectores y a través de distintas instituciones se canalizaron donaciones para solventar las necesidades de les bomberes y de les damnificades. En este sentido, Santiago Maratea cobró relevancia, ya que –una vez más- desde sus historias de Instagram logró recaudar más de 180 millones de pesos.
“Una vez me emocioné, porque había un grupo de jóvenes, de amigos, que golpearon la puerta del cuartel y nos trajeron colaboraciones. Eran un par de cosas, pero era lo que estaba a su alcance”, comentó Sosa. Fueron innumerables las acciones que demostró la generosidad, sobre todo de la comunidad, “por ejemplo hemos recibido donaciones de más de medio millón de pesos en combustible. Es una locura, nunca se había visto algo así”, agregó.
La campaña de Santi Maratea inició a partir de que conoció las necesidades del cuartel de Virasoro (localidad correntina) y ante la repercusión de la misma, diferentes cuarteles fueron beneficiados, entre ellos Caá Catí. Sosa comentó que todo el equipamiento con el que cuenta fue conseguido con mucho esfuerzo y es el resultado de rifas, venta de comidas y beneficios. “Por eso es increíble que alguien te done una camioneta cero kilómetros. ¡Imagínate, hasta cuesta creer!”, dijo el presidente de la institución.
Héroes de fuego
El fuego dejó al descubierto la falta de políticas públicas que sean amables con el medio ambiente, la inacción ante la primera fase de la emergencia y la situación de les bomberes voluntaries. Sosa indicó que el reconocimiento que recibieron fue muy significativo, y que a su vez “muchas personas se enteraron que los bomberos somos voluntarios y no cobramos nada”.
En este mismo sentido, comentó a Nota al Pie, que combatían en fuego hasta altas horas de la madrugada “porque a las siete de la mañana cada uno ya tenía que volver a su trabajo”. Por eso apeló a que el reconocimiento del trabajo de les bomberes no sea algo pasajero, “porque si bien es algo que elegimos ser, tenemos obligaciones”, dijo.
Vivir al límite
Uno de los episodios más desesperantes que vivieron durante los incendios en la provincia fue cuando dos de sus compeñeres quedaron atrapades en el fuego. Si bien aseguró que están bien y hoy se encuentran realizando rehabilitación “sufrimos mucho, porque hacía 45°, la sensación térmica era alta, y en eso se nos pierden dos bomberos. Se quemaron parte del cuerpo y las manos”, comentó.
Agregó que, ante la situación desesperante, el fuego, el humo y el polvo, formaban “pequeños huracanes que eran bolas de fuego, porque había viento y los hacían girar”.
“La sensación de perderlos entre las llamas fue un impacto muy fuerte. Verlos salir del fuego fue una alegría inmediata, aunque las consecuencias también nos preocupan”, comentó. Para finalizar remarcó en la necesidad de que esta situación marque un antes y un después, que no tenga que lamentar episodios similares, y que se tomen las medidas necesarias para evitarlo.
Definió a su profesión como “una dulce locura, porque “el bombero es una persona especial que siempre está pensando, se está preparando y se capacita para las situaciones en las que no se quiere pensar. El bombero tiene que pensar en muerte, en el fuego, en accidente, en muchas cosas, tiene que ir a ese lugar cuando todo el mundo quiere escapar. Nosotros nos capacitamos para estas cosas”, finalizó.