En un fallo ejemplar emitido a principios de abril, un criador ilegal de aves y perros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires fue condenado a 1 año y 7 meses de prisión en suspenso. Esta pena fue otorgada por la Unidad Fiscal Especializada en Materia Ambiental de la Ciudad (UFEMA). Además, las pésimas condiciones higiénicas, edilicias y de mantenimiento constituían focos de enfermedades zoonóticas (transmitidas de los animales a las personas) para terceros.
La UFEMA imputó al responsable del criadero por considerarlo autor penalmente responsable de los delitos de actos de maltrato y crueldad animal. También de ejercer actos propios de una profesión para la que se requiere una habilitación especial, sin poseer el título o la autorización correspondiente.
Nota al Pie dialogó con el Dr. Alfredo Castillo, abogado defensor de animales y fundador de la Asociación Civil Planeta Vivo. Trabaja por los derechos de los animales, luchando contra los actos de crueldad, la protección de la fauna silvestre y la concientización del cuidado del medio ambiente. También con el Dr. Javier Beruhard, médico veterinario de fauna silvestre en el Núcleo Aliwen, Saladillo, provincia de Buenos Aires.
Condena histórica
Aunque a simple vista la condena a prisión en suspenso pueda parecer poco relevante, marca un precedente. “Es importante porque nos estamos refiriendo a un delito ambiental (Ley Conservación de la fauna N° 22.421) y a un delito de la Ley de Maltrato Animal N° 14.346”, explicó el Dr. Castillo.
Comentó que el caso se inició a partir de una investigación realizada por la Unidad de Delitos Ambientales del Ministerio Público Fiscal (MPF). “Detectaron, a partir de un perfil en la red social Facebook, la existencia de un domicilio donde se mantendrían gran cantidad de aves en malas condiciones higiénico-sanitarias que se ofrecerían para la venta”, relató.
El fiscal Rolero Santurián, titular de la UFEMA, inició la investigación y constató que en el domicilio había 375 aves domésticas y silvestres, y cinco perros de raza caniche para su comercialización. Los médicos veterinarios que intervinieron afirmaron que los animales se encontraban en pésimas condiciones higiénico-sanitarias. Estaban “sin ningún control médico, en evidente afectación a las mínimas condiciones que hacen al bienestar animal, y en flagrante situación de actos de crueldad por el sufrimiento infringido a dichos animales”.
Se realizó un juicio abreviado donde el imputado reconoció los hechos y se lo condenó a prisión en suspenso. También debe cumplir normas de conducta durante dos años, como, por ejemplo, realizar un curso de Derecho Animal dictado por el Observatorio de Derecho Animal. La sentencia fue homologada por el Juzgado PCyF 15, a cargo de la Dra. Karina Andrade.
Especies más traficadas
Según explicó el Dr. Beruhard, las especies más perjudicadas por el tráfico de fauna en Buenos Aires son el loro hablador (Amazona aestiva) y la tortuga de tierra (Chelonoidis chilensis). También los monos carayá y los paseriformes en su conjunto (pájaros). Los más buscados son cabecitas negras, corbatitas, zorzales y cardenal amarillo, que es raro que aparezca porque su población es muy escasa. Las cotorras comunes (Myopsitta monanchus) suelen aparecer a la venta en decomisos o en cautiverio.
Los animales que se decomisan o se rescatan llegan en distintas condiciones. “Algunos llegan en una situación paupérrima y otros en buen estado. Esto depende de cada acopiador o traficante”, añadió. En ese sentido, especificó que “los traficantes de loros y de tortugas, que es muy masivo, son los que lo suelen tener en peores condiciones y hay gran mortandad de animales desde la captura hasta el punto de venta”.
Rehabilitación de fauna
Los animales traficados se enfrentan a situaciones de estrés y fallas en la dieta. Por eso, cuando reciben ejemplares decomisados, les veterinaries deben enfocarse en corregir la alimentación y en realizar tratamientos para enfermedades digestivas como la enteritis y la hepatosis. Algunas veces también llegan con heridas físicas en ojos, patas o alas.
El Dr. Beruhard trabaja en el Núcleo Aliwén, dedicado a la rehabilitación y mantenimiento de fauna. Allí suelen recibir carpinchos y gatos monteses, animales típicos de la zona, ya que muchas personas del campo los quieren tener como mascotas. “Esto muchas veces termina con la denuncia de los vecinos, se les escapan o los terminan entregando”, comentó.
Allí tienen un promedio de liberación del 50%. Explicó que “más o menos uno de cada dos animales que nos traen pasa correctamente el tratamiento y puede ser liberado. Los otros terminan falleciendo por el estado en el que llegaron o terminan siendo imposibles de liberar por diversos motivos”. Aquellos que no se pueden liberar quedan contenidos en Aliwén o son trasladados a otro núcleo. “Las liberaciones, por lo general se hacen en campos privados. Esto es la política que más nos solicita la provincia. Tratamos de que sean lugares alejados de los centros urbanos”, resaltó.