Villa Celina es una localidad que forma parte del extenso partido de La Matanza. Se encuentra formada por los barrios: Sarmiento, Vicente Lopez, Celina, Las Achiras, entre otros. La avenida General Paz, La Salada, el Mercado Central y la autopista Riccheri delimitan este territorio.
Varios de los barrios surgieron en un contexto de crisis de vivienda. En sus inicios fueron asentamientos y en la actualidad sufren grandes problemas de urbanización y carencia de servicios básicos. Así también, de seguridad y salud, algo que engloba incluso a la zonas urbanizadas. Además, en los últimos años se ha originado una superpoblación que afecta a la agrava la situación.
El territorio concentra población argentina y a personas pertenecientes a la comunidad boliviana, peruana y paraguaya. En este contexto es que nace ‘’Las Celinas‘’, el proyecto de Carina Villar, una psicóloga social que se dedica a la psicoeducación. Nota al Pie dialogó con ella para conocer más sobre su trabajo y objetivos.
¿Cómo surgió la idea de que haya una comisaría de la mujer en Villa Celina?
En principio, como promotora me dedico hace mucho tiempo como asistente a la víctima con perspectiva de género. En la pandemia me encontré con muchas situaciones que la comisaría tradicional, que está en Ugarte, no está capacitada para recibir a las víctimas en situación de violencia de género. A partir de eso es que tuve que hacerle frente a situaciones de malos tratos por parte de los funcionarios cuando se acompaña a las víctimas, donde las derivan a unas oficinas que están en Villa Madero o a San Justo, que de paso siempre está en mudanza.
Encontre la página chace.org para hacer la petición de la comisaría de la mujer. Como es virtual puede llegar a distintas partes del país. Después con las vecinas, compañeras, hicimos un pequeño grupo de whatsapp que se llamaba ‘’Red Violeta’’. Nos sirvió como red de contención y tejido para acompañar a mujeres en situación de víctimas de violencia de género. De ahí surgieron más proyectos.
La comisaría no tiene la capacitación en la ley Micaela, es un espacio frío que está a la orden del trámite burocrático, donde no se contiene a la mujer ni a sus hijes. Entonces la comisaría de la mujer tiene que tener un contexto de calidez de hogar, lo mismo en todas sus habitaciones, las personas funcionarias que sean mujeres y que estén capacitadas, y que sean sobre todo muy empáticas.
Tiene que contar con un equipo interdisciplinario que asista a la mujer no sólo en lo administrativo sino también para que la víctima pueda estar en ese espacio hasta ser trasladada a un espacio de refugio si lo requiere. Que tanto la mujer como sus hijes puedan tener en ese espacio un lugar de juego y contención. Como también con el contacto de promotoras, que son las que hacemos mucho en el barrio. Que a veces no fueron capacitadas para eso, pero que son amigas, vecinas o familiares que acompañan ese camino tenebroso.
¿En qué proceso se encuentra el proyecto?
La petición de firmas fue entregada a Secretaria de Género. Fuimos todo el tiempo acompañadas por esa institución durante el proceso. Me encargué de realizar el pedido a diferentes ministerios hasta que dimos con la Secretaria de Género de La Matanza. Ellos se comunicaron con nosotros. Realizamos un zoom en plena pandemia y compartimos el proyecto, que está online y también offline, porque salimos a juntar firmas a la calle, donde tenemos un cara a cara con las mujeres y les compartimos el proyecto. Por el momento, todo está en promesas. Tiene que haber voluntad política y presupuesto. Nosotras nos tendríamos que encargar de encontrar ese hogar, que esté en un punto estratégico de Villa Celina.
Comprendemos que el territorio está sobrepoblado y que es un conglomerado de muchos barrios. A su vez, sumamos a la lucha, que los espacios basurales se conviertan en espacios violetas. Lo que también es todo un tema porque tiene que ser dirigido al medioambiente, tiene que pasar por el municipio, la delegación. Un pasamano que no termina más.
¿El proyecto de los espacios violetas fue presentado?
Sí, a la nueva secretaria HCD y al Concejo Deliberante. Además presenté que el nombre de las plazas cambien a nombres de mujeres que han sido pioneras o mujeres destacadas. El primer espacio que se busca recuperar es el basural de Celina, lo que implica el pedido de limpieza, la suma de garitas e iluminación.
¿Qué otras organizaciones se encuentran acompañando los proyectos?
Son compañeras de otras colectividades y muchas compañeras que se van de sus organizaciones para formar Las Celinas. Queremos que nuestra perspectiva de género llegue a todas las instituciones del barrio. Algo que se nos está haciendo difícil porque no tenemos un espacio propio.
¿Cuándo se gestó Las Celinas?
Se gestó a través de Whatsapp. Empezamos a hacer pequeñas cosas, fue entonces que decidimos organizarnos. Tiramos varios nombres y quedó ‘’Las Celinas’’, no sólo por ser de Celina sino también por la connotación del nombre con la historia del barrio, que son esposas y hermanas de fundadores. Nuestro principal objetivo es la perspectiva de género. Trabajamos desde la prevención y eso es lo que queremos plasmar en el proyecto con la comisaría de la mujer.
¿Hay alguna estadística que dé cuenta de los casos en Villa Celina?
No tengo los números ahora pero sí, sé que venimos detrás de Laferrere y González Catán. Creo que al sumarse la colectividad boliviana puede representar un cambio en los números. Estamos articulando con otras compañeras en otras luchas, y estamos hablando mucho sobre la violencia de género en la cultura boliviana. Queremos ampliar y que se dé un espacio para la diversidad y cerrar con la grieta que hay de xenofobia desde ese lugar.
¿De qué se trata el conversatorio?
Es un espacio de escucha pero con herramientas. Se trata de que haya un ida y vuelta. Que todas aprendamos y quitemos prejuicios. Se habla sobre el ciclo de la violencia, los tipos de violencia, y que herramientas tenés para romper con ello. Las charlas están destinadas para mujeres de 40 para arriba, que son generaciones a las que les cuesta romper con paradigmas. También se incluye en el trabajo con la cultura boliviana, peruana y paraguaya, que son mujeres tan comprometidas como nosotras. Todas somos mujeres y estamos atravesadas por la violencia en nuestra vida o cercanía.