En la madrugada de hoy, el jugador del Club Atlético Boca Juniors (CABJ), Eduardo «Toto» Salvio atropelló a su mujer Magali Aravena y se dio a la fuga. Ocurrió en el barrio porteño de Puerto Madero frente al edificio donde reside el deportista, tras una discusión entre la pareja.
La mujer fue atendida en una ambulancia por el impacto y le diagnosticaron traumatismo por flexión en el miembro inferior derecho. Fue trasladada para radicar la denuncia por violencia de género y que se le entregue un botón antipánico para prevenir otra agresión, ya que el futbolista está prófugo.
Ante los hechos sucedidos, el club Boca Juniors emitió un comunicado de prensa a través de su departamento de Inclusión e Igualdad. En este, expresaron que se pondrán a disposición de Magalí Aravena y de la Justicia “para llegar a su pronto esclarecimiento”. Asimismo, también mencionaron que pondrán a disposición de Salvio “el acompañamiento necesario del CABJ para ofrecer la asistencia que pudiera necesitar”.
No es la primera vez que futbolistas de primera categoría, muchos de ellos millonarios y codiciados en el negocio del deporte, ejercen violencia física, verbal, acoso o abuso sexual contra las mujeres. Existe una relación entre la frecuencia de estos actos y los preceptos dentro del fútbol que ensalzan la violencia como un refuerzo de la masculinidad.
Los casos en el fútbol argentino
Según una investigación del medio Doble Amarilla, desde el año 2015 se registraron más de 28 casos de violencia y abuso, solo en la primera categoría del fútbol argentino. Aunque en muchos casos, las víctimas no radican las denuncias por temor a la exposición que significa denunciar a un agresor públicamente reconocido.
En el 2015, el arquero Marcos Diaz fue acusado de amenazar a su exmujer y ejercer violencia económica sobre ella. Agustín Rossi, arquero de Boca Juniors, a sus 21 años fue denunciado por golpes y amenazas hacia su ex pareja.
En el año 2016, Renzo Saravia fue denunciado por violencia física, verbal y abandono; a lo que replicó con otra denuncia. También en ese año, denunciaron que los entonces jugadores de Boca Wilmar Barrios, Edwin Cardona y Frank Fabra participaron de un hecho de violencia de género. Rafael Santos Borré, exjugador de River Plate, fue acusado de golpear y amenazar a su ex pareja. Luego llegó a un acuerdo extrajudicial y se cerró el caso.
Una de las contadas ocasiones en que la víctima pudo tener justicia luego de vivir atrocidades fue la de Jonathan Fabbro. El futbolista que pasó por Boca Juniors y River Plate, fue condenado a 14 años de prisión por los delitos de abuso sexual agravado y corrupción de menores hacia su sobrina.
La respuesta de Boca Juniors frente a la violencia de género
Un episodio de violencia de género que tuvo mayor difusión fue el del Xeneize Sebastián Villa, en el año 2020. Su expareja difundió en redes sociales las evidencias físicas del maltrato ejercido por el jugador.
A partir de este caso, Boca anunció públicamente la aprobación de un protocolo para casos de violencia de género que finalmente entraría en vigencia el 10 de diciembre de 2021. Sin embargo, al día de hoy, Sebastián Villa es parte del plantel de Boca nuevamente.
Cristian Pavón es otro jugador de CABJ que también fue denunciado por violencia de género. Su expareja, Marisol Doyle, lo demandó por abuso sexual. En una conversación con el programa de televisión Cortá por Lozano, Doyle afirmó que el actual jugador de Boca abusó de ella dentro de un baño: “Viví un calvario. Quiero explicarle a la sociedad que si me tomé todo este tiempo para denunciar fue porque estaba en una situación de rehabilitación. Había caído en un pozo depresivo, decepcionada totalmente por una situación que había atravesado en una fiesta a la que asistí y en la cual se encontraba Cristian Pavón”.
Sin embargo, tanto Sebastián Villa como Cristian Pavón no fueron sancionados con severidad por el club y actualmente siguen jugando en Boca Junior.
¿Cómo prevenir estos comportamientos en el fútbol de élite?
En muchos casos, la violencia contra las mujeres es ignorada y naturalizada como comportamiento inherente a la sociedad. No obstante, el auge del feminismo y al avance del movimiento Ni Una Menos contra la violencia machista, lograron ampliar los conceptos que se tenía sobre la violencia y permitieron una mayor visibilización de estos casos.
Según investigaciones sociales, los espacios del fútbol son creados por y para las masculinidades. En esos espacios, las mujeres no tienen lugar (o lo están teniendo de a poco). La violencia en ese contexto sirve como un medio para reforzar y mantener los ideales de la masculinidad hegemónica.
En el caso específico de los jugadores de élite, el factor económico entra en juego como otro factor de poder sumado a la masculinidad. El poseer cuentas millonarias dota a los jugadores que realizan delitos de una posible impunidad al poder pagar fianzas y extorsiones.
Con el objetivo de sancionar la violencia de género en los clubes de fútbol, algunos de ellos tienen en cuenta protocolos de acción. El fin es coordinar las acciones con el avance de las investigaciones judiciales y así proteger a la víctima. Por otro lado, para prevenir estas situaciones se podría implementar la Ley Micaela y capacitar a dirigentes y jugadores en materia de género y derechos de las mujeres.