El lunes 4 de abril por la mañana, personal de Interpol y de las fuerzas de seguridad dominicanas arrestaron a Leonardo Cositorto. El líder de Generaciòn Zoe se encontraba en Santo Domingo, en República Dominicana.
El coach ontológico y empresario estaba prófugo de la justicia argentina. En Villa María, provincia de Córdoba, se lo acusó de casi 40 hechos de estafa a través de su empresa, Generación Zoe.
La Justicia argentina buscaba a Cositorto desde mediados del mes de febrero. En ese entonces, el acusado escapó a Centroamérica. No mantuvo su perfil bajo, sino que seguía apareciendo en los medios y se comunicaba con sus “clientes” de forma virtual.
Cositorto está a disposición de Interpol. Si accede a la detención lo van a transportar a Buenos Aires. En este caso el trámite de extradición demoraría entre 30 y 45 días y el destino terminará siendo un penal en Córdoba, donde se tramita la causa.
En esta famosa causa ya hay dos personas presas. Se trata de su mano derecha, “Max” Batista y su contador, Norman Próspero. Continúa prófugo el llamado “director legal” del grupo, el ex juez y fiscal Héctor Luis Yrimia, que también dejó la Argentina.
Las denuncias
En el verano argentino, el nombre de Generación Zoe recorrió la boca de la gran cantidad de habitantes del país. Durante días, los medios de comunicación nacionales no hablaron de otra cosa. Es que se trató de una noticia al estilo de la película “La Gran Estafa”, (pero fallida, obvio).
La justicia de Córdoba y Buenos Aires investiga a la empresa por los delitos de estafas reiteradas y asociación ilícita, mediante presuntas maniobras de inversiones con el sistema que se conoce como «esquema Ponzi o piramidal».
Juliana Companys, la fiscal del caso, aseguró a Página 12 que existen pruebas en su contra. Explicó que la organización se dedicaba a «captar a jóvenes y adultos en situación de vulnerabilidad con promesas de obtener amplias riquezas sin tener que trabajar, tan solo invirtiendo 1000 dólares».
Desde el “exilio”, Cositorto afirmaba que las acusaciones eran falsas. No solo eso, sino que intentó iniciar negocios similares a los de Generación Zoe.
Las estafas piramidales o “Ponzi”
En este caso, el sistema era simple. Una persona invertía 1000 dólares en la empresa de Cositorto. A cambio, le ofrecían ganancias superiores a los 100 mil pesos mensuales. Si conseguía captar gente, el número aumentaba.
Parece mágico, casi irreal. ¿De dónde se sacaría todo ese dinero? Esa es la trampa de las estafas piramidales. Sale del pago de los intereses al tomar una parte del capital inicial invertido o bien con el dinero de nueves inversores.
Al principio, los clientes reciben su dinero. El problema es cuando la rueda deja de girar, no ingresan más personas o por algún motivo no entra más plata. Allí se descubre la verdad: todo era un engaño.
Las historias de estafas piramidales no son nuevas, sino que siempre salen a la luz. De hecho, reciben su nombre por Carlos Ponzi, un delincuente italiano que ya en 1920 utilizó el método con muchas personas en Estados Unidos. Pero, ¿por qué seguimos cayendo en la trampa?
Los factores pueden variar. Uno de ellos es la inmediatez. En un mundo dónde todo se debe obtener ya, es fácil caer en la tentación de hacer dinero rápido. Los clásicos plazos fijos son menos atractivos que estos nuevos tipos de negocio, que dan una apariencia de modernidad.
Las nuevas formas de inversión también pueden influir al momento de tomar la decisión. Las criptomonedas y dinero no tradicional todavía no están reguladas por la ley. Por eso, si no se conoce sobre el tema, es fácil caer en el engaño.
Las redes sociales hacen su parte. Hoy en día, cualquier persona puede promocionar su negocio sin tener una base física ni legal. Si bien esto ayuda a pequeñes emprendedores, a su vez permite que estafadores como les de Generación Zoe se publiciten y lleguen al teléfono de todes.
¿Y las modas? No hay que olvidar que la fachada de esta empresa era el coaching o mentoring. Estas disciplinas están en auge, y cabe la posibilidad de que Cositorto y compañía se hayan aprovechado del interés de las personas por descubrir de qué se tratan.
Por eso, hay que estar atentes a las señales de alerta. Ante las promesas de dinero fácil y rápido, mejor encender la alarma. Y a no olvidarse de los clásicos plazos fijos en los bancos usuales, que si bien pueden ser tediosos, por lo menos se sabe dónde está el dinero.