Durante la tarde del último miércoles, el equipo técnico del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INDEC) dio a conocer las mediciones sobre el nivel de pobreza (LP) e indigencia (LI) registrados en los últimos seis meses en Argentina.
El informe arrojó como resultado que el índice de personas debajo de la línea de pobreza fue del 37,3% de la población. El indicador de personas por debajo de la línea de indigencia se ubicó en un 8,2%.
Si se comparan los resultados actuales con el primer semestre del 2021, se deduce que el porcentaje de personas por debajo de la línea de pobreza (LP) había alcanzado un 40,6%. Dentro de este conjunto se distinguían un 10,7% de habitantes debajo de la línea de indigencia (LI) para el mismo período. Por lo tanto, ambos índices sufrieron una reducción.
Por su parte, el Instituto de Investigación Social y Económica y Política (ISEPCI) había alertado acerca de un posible aumento de la indigencia para el segundo semestre del 2021, en contraposición con la retracción de la pobreza e indigencia señalada por el INDEC.
Más de diez millones de pobres en Argentina
La herramienta que utiliza el INDEC para medir la incidencia de la pobreza y de la indigencia es la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Este índice está basado en un universo conformado por 31 aglomerados urbanos.
Esto implica que, para el universo de esos aglomerados urbanos de la encuesta, se encuentran 10.806.414 personas por debajo de la línea de pobreza. Asimismo, dentro de ese conjunto, se incluyen por debajo de la línea de indigencia, lo que representa 2.384.106 personas indigentes.
La lectura que el INDEC hace de los datos es la siguiente: la reducción de la pobreza está en relación con un incremento de la actividad económica interanual que fue de un 5,4%. Esto trajo como consecuencia un aumento del ingreso de un 2,6%. Esto explicaría la merma de la brecha entre el ingreso y las canastas básica alimentaria y la total.
El informe del ISEPCI en términos anuales
Por su parte, el Instituto de Investigación Social y Económica y Política elaboró un análisis descriptivo y comparativo del índice de precios al consumidor (IPC) y del valor de las canastas básicas. En este caso, el informe es anual a diferencia del INDEC, que fue dividido en semestres.
Según estos datos, la inflación acumulada durante el 2021 fue de 50,9% (sumando el 3,8% del mes de diciembre), que se ubicó 20 puntos por encima de lo proyectado. En tanto, la tasa interanual correspondiente al 2020 fue del 36,1%.
El informe del ISEPCI también analizó la variación de las canastas básicas alimentarias y totales a lo largo del mismo período. En función de estas mediciones, una persona necesita contar con $10.668 para no ser considerado indigente y $24.643 para no ser pobre en referencia al mes de diciembre último.
En el caso de un hogar tipo, se necesitó contar con $32.964 para no caer en la calificación de indigencia. De aquí se deduce que un salario mínimo vital y móvil actualizado en octubre de 2021 ($31.938) no era suficiente para cubrir gastos básicos de alimentación.
El mismo tipo de hogar necesitó $76.146 para no ubicarse por debajo de la línea de pobreza. Por lo tanto, dos sueldos mínimos no llegaron a cubrir las necesidades de una familia. La política de control de precios no logró evitar los incrementos en la Canasta Básica de Alimentos (CBA) y en la Canasta Básica Total (CBT).
INDEC: cómo se miden las canastas
Según fuentes técnicas del Instituto oficial, la Encuesta Permanente EPH se elabora a partir de los ingresos de los hogares. Se establece si éstos tienen capacidad de satisfacer, por medio de la compra de bienes y servicios, un conjunto de necesidades alimentarias y no alimentarias.
El procedimiento parte de utilizar una CBA y extenderla con la inclusión de bienes y servicios no alimentarios (vestimenta, transporte, educación, salud, etc.). Esto conforma un indicador final llamado CBT.
Por medio de este método, se categoriza como “indigentes” a hogares (y a sus integrantes) cuyos ingresos declarados no superan el valor teórico de la Canasta Básica Alimentaria; y como “pobres” a los que no superan el valor teórico de la Canasta Básica Total.
La medición de “línea de pobreza” es un método indirecto y unidimensional que se aplica comparando los totales de ingreso declarados por los miembros de hogares, con ingresos considerados como umbrales. Ambas canastas se ajustan cada mes con las variaciones de los precios relevados por el Índice de Precios al Consumidor (IPC).