En un multitudinario evento realizado en el Estadio Olímpico de Luzhniki (Moscú), con la asistencia de más de 200.000 personas, Vladimir Putin celebró este viernes el octavo aniversario de la reunificación de la Península de Crimea con Rusia. Un día antes, en una reunión con funcionarios de la península, el líder ruso sostuvo que “los últimos ocho años demostraron cuán correcta fue la elección libre de Crimea de reunificación con Rusia. Basta con ver lo que está ocurriendo ahora en Donbass”.
El 18 de marzo del 2014, dos días después de celebrarse el referéndum en el que la ciudadanía de Crimea eligió formar parte de Rusia, el Jefe de Estado oficializó la adhesión de la península. En la actualidad, en el marco de la operación militar en suelo ucraniano, Rusia exige como uno de los puntos fundamentales para lograr la paz que Ucrania reconozca a Crimea como parte del territorio ruso.
Un breve recorrido por la historia
La historia de Rusia con la península de Crimea se remonta por primera vez al año 1783, cuando el por entonces Imperio Ruso se la quitó al Imperio Turco. En 1853 se desarrolló una nueva disputa por el territorio pero, en aquella oportunidad, con escala europea. Los rusos, aliados con el Reino de Grecia, se enfrentaron a una alianza que pretendía frenar el expansionismo ruso y que incluía al Imperio Otomano, Francia, el Reino Unido y el Reino de Cerdeña. El saldo de la guerra, que duró 3 años, fue la derrota rusa.
Durante el siglo XX, la Península pasaría a formar parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), aunque de distintas maneras. En primer lugar, luego de la guerra civil en la que los bolcheviques salieron victoriosos, se convirtió en una república autónoma. En 1945, luego de encontrarse bajo ocupación nazi, el gobierno de Stalin le quito la autonomía que la península manejaba para constituir el Oblast de Crimea, este formó parte de la Republica Socialista Federativa Soviética de Rusia.
Sin embargo, en el año 1954 Nikita Jruschov firmó un decretó en el que estableció la transferencia de Crimea a la República Socialista Soviética de Ucrania, nación que formó parte de la URSS. Desde aquel entonces, Ucrania consideró a la Península de Crimea como parte de su territorio.
En 1991, mientras la URSS se disolvió gracias a la denominada Perestroika llevada adelante por Gorbachov, Ucrania declaró su independencia. La población de Crimea, sin embargo, fue la que menos estuvo de acuerdo con aquella decisión. En los años subsiguientes, debido a los lazos culturales e históricos que la unía con Rusia, intentó -sin obtener resultados- declararse independiente de Ucrania.
La importancia de Crimea para Rusia
Tras el golpe de Estado – propiciado estratégicamente por la OTAN – que culminó con el derrocamiento del presidente ucraniano Viktor Yanukóvich en 2014, la situación de Crimea cambió radicalmente. La ciudad de Sebastopol, que forma parte también de la Península de Crimea, decidió unilateralmente formar parte de Rusia.
Unos días más tarde, el resto Crimea decidió llevar a cabo un referéndum para preguntarle a su población si quiere mantenerse -aunque con grados de autonomía más importantes- como parte de Ucrania o, si por el contrario, preferían volver a la órbita rusa de manera oficial.
Si bien gran parte de los países de Occidente desconocieron el referéndum, la población de Crimea, en un 96%, votó por ser parte de la Federación de Rusia. Tan abultado resultado se explica, en gran parte, por los lazos culturales con dicho país; según un estudio realizado en 2013, el 82% de la población de la Península era rusoparlante.
Luego de la oficialización de la reunificación, Occidente estableció una serie de sanciones contra Rusia, al considerar que lo sucedido no era una reunificación sino una anexión. Sin embargo, a pesar de las diferentes miradas sobre el suceso, la posición rusa es clara: Crimea es parte de Rusia.
Todos los caminos conducen a Crimea
La Península resulta un enclave estratégico – tanto en términos militares, económicos o políticos – por varios motivos. En primer lugar, la base naval de Sebastopol le permite a Rusia tener un control seguro del Mar Negro pero, además, presencia en el Mar Mediterráneo. De esta manera, puede generar un perímetro de seguridad frente a la costa de países como Turquía, Rumania y Bulgaria, que pertenecen a la OTAN.
La obstrucción de las rutas comerciales o el envío de suministros, así como también las potenciales riquezas en el Mar Negro – especialmente en lo que a hidrocarburos se refiere- representan una de las claves para entender la exigencia rusa sobre Crimea.