A medida que el mundo se adentra en los sucesos de la cuarta semana de la invasión rusa a Ucrania, puede que muchas personas continúen ajenas a los conflictos que motivaron este movimiento bélico. En la primera parte de esta nota, hicimos un repaso sobre la historia y los hechos que dieron paso al Maidán y al conflicto en la región del Donbass, así también como la visión rusa de los hechos. En esta segunda parte, nos enfocaremos en la visión ucraniana.
Debido a que Ucrania es un país con un pasado y presente tan problemáticos, temas como el ultranacionalismo, la identidad, la autodeterminación y la preservación de la soberanía han estado al frente y al centro en la mayoría de los análisis de la política y la sociedad ucraniana.
De la distopía a la sátira
Los cineastas destacados que llevan estos temas al escenario internacional incluyen a Valentyn Vasyanovych y Sergei Loznitsa, quienes han ofrecido representaciones ficticias pero realistas de la región de Donbass devastada por la guerra desde 2014.
Mientras que la película distópica de ciencia ficción Atlantis (2019) de Vasyanovych causó sensación en el Festival de Cine de Venecia, Loznitsa ha sido prolífico con documentales y largometrajes. Su comedia negra Donbass (2018) ha ganado el premio Un Certain Regard en el Festival de Cine de Cannes en el mismo año.
Ambientada en el año 2025, un año después del supuesto final de la guerra en Donbass, Atlantis utiliza planos generales extendidos y cámaras térmicas con poco diálogo para capturar la vida sombría de dos ex soldados que continúan con sus rutinas como si la guerra nunca hubiera terminado. Los veteranos no tienen muchos amigos en el área, ya que se les culpa de contribuir al colapso de la región. La soledad de los personajes se suma a la atmósfera sombría y desolada que busca Vasyanovych al comienzo de la película.
Donbass, sin embargo, adopta un enfoque diferente, ya que Loznitsa emplea un estilo de comedia inteligente y cínico. Muestra a actores de crisis, políticos que meten las manos en el barro y activistas a través de una serie de viñetas en apariencia desconectadas, y retrata con éxito la farsa y la frivolidad entre el colapso de una sociedad que funciona, con la anarquía, la corrupción y la propaganda como un espectáculo común.
Junto a la sátira y la descripción sombría de la realidad en estas películas, aparece un amor constante por la región de Donbass, su gente y por lo que han pasado desde 2014. A pesar de todos los inmensos problemas del este de Ucrania sobre los que Atlantis y Donbass son honestos, les directores parecen ver a la gente de la región como ingeniosa y resiliente.
La visión femenina de la guerra
La película de Iryna Tsilyk, The Earth is Blue as an Orange (2020), se destaca como una descripción del impacto de la guerra y el conflicto en los espacios domésticos. Ya sea la Guerra de Vietnam o el conflicto Rusia-Ucrania, el momento de crisis y su representación a menudo son validados por la narrativa del participante. Esa narrativa está, en general, secuestrada por las perspectivas de hombres o incluso mujeres que luchan en el centro del conflicto.
El documental de 74 minutos de duración de Tsilyk aborda este sesgo a través de la historia de Hanna y sus cuatro hijos que viven en la zona de guerra de primera línea de Donbass. La familia encuentra esperanza en el arte de filmar sus vidas, una pasión que cada miembro alimenta y con la que se siente ‘en casa’. Sin embargo, al comienzo de la película, sus intentos de crear una configuración de estudio se ven interrumpidos debido a un ataque con bomba. El producto final, una película grabada dentro de la casa, se proyecta frente a sus amigos y familiares. Muestra un proceso de reconstrucción de Ucrania, de esperanza después de la revolución.
La propaganda de Occidente
En 2015, Netflix lanzó un documental para reflejar los hechos de la Euromaidán llamado Winter on Fire: Ukraine’s Fight for Freedom, dirigido por el director israelí-estadounidense Evgeny Afineevsky. Aunque captura la vitalidad de la protesta, es irónico que pase por alto la intervención de los activistas ultranacionalistas y el sector neonazi en las manifestaciones. La ausencia de la extrema derecha se vuelve aún más evidente si se compara este documental con otros. Sin la participación neonazi, Maidán no habría tenido éxito en derrocar al entonces presidente de Ucrania y el ‘Invierno en llamas’ no se hubiera convertido en lo que fue. Pero la película no lo menciona.
Independiente a la posición individual que se tome sobre la guerra Rusia-Ucrania y al nivel de conocimiento de la historia de los últimos 30 años, es esencial analizar estos trabajos, la ficción y la propaganda, para comprender mejor cómo la identidad nacional y los sesgos políticos, han dado forma al panorama cinematográfico y social de esta región afectada por el conflicto en la actualidad.