En el marco de los 40 aniversarios de la Guerra de Malvinas, la fundación correntina “No me olvides” está llevando adelante la organización de una travesía de nado desde la localidad de Paso de la Patria hasta Corrientes. El recorrido consta de 30 kilómetros, con el objetivo de promover, fortalecer, resguardar y favorecer la calidad de vida de las personas que padecen trastornos psíquicos, y físicos por situaciones de violencia.
La misma está prevista para el 20 de marzo, con el fin de homenajear a los caídos en Malvinas y conmemorar el acontecimiento histórico. En este contexto, Nota al Pie dialogó con Santiago Gutiérrez, quien participará de la travesía. Al respecto, aseguró que “el objetivo es malvinizar y aportar mi granito de arena a todo el trabajo que viene haciendo la fundación, que son cosas nobles y hermosas”.
Gutiérrez relató que previamente tenía el proyecto de unir Paraguay con Argentina nadando. Sin embargo, por cuestiones de logística, no se concretó. Ante esta situación, apareció la oportunidad de participar del desafío de la fundación. “Que tiene el mismo fin: honrar y recordar a los héroes de Malvinas. Entonces, inmediatamente nos unimos al proyecto porque busca lo mismo que nosotros, que es malvinizar”, aseguró el deportista.
Volver a empezar
Santiago Gutiérrez es deportista y tiene 45 años. Actualmente, vive en Villa Carlos Paz, Córdoba. En el 2012, después de un grave accidente en el que perdió la movilidad de las piernas, su vida cambió completamente. Dos años después de ese hecho, volvió a nadar. “Hice mi primera travesía cruzando el lago San Roque de mi ciudad, y hasta el día de hoy no he parado de nadar”, dijo.
Si bien aseguró que no lleva la cuenta de las travesías en las que participó, lleva en su historia la unión de muchos países. “Crucé dos veces el Río Uruguay para unirlo con Brasil y Uruguay. El Río Paraná lo cruza para unir Paraguay con Argentina. Y el Río Bermejo para unir Bolivia con Argentina; esto fue cuando el río estaba demasiado crecido. Implicó mucha fuerza y era peligroso”, relató el guardavidas.
Entre las múltiples experiencias que vivió, una de las que más recuerda es en el Calafate, ya que la temperatura del agua era de cinco grados. Al respecto, aseguró: “Cuando comienzo a nadar, no siento que no puedo usar las piernas. De hecho, no las uso, pero puedo nadar tranquilamente”.
Además, agregó: “El nadar me da una sensación de libertad, de confianza y de paz. Puedo incluso ir nadando y estar conectado con Dios, y orando”. También dijo que disfruta mucho de este tipo de actividades. Especialmente porque está “en un medio absolutamente natural”. “En muchas ocasiones, cuando visito lugares nuevos, me impacta hasta las lágrimas”, confesó Gutiérrez.
Desafío en Corrientes: amistades que valen
Está previsto que la travesía inicie a las 6 de la mañana del domingo 20 de marzo. Contará con el apoyo logístico del Ejército Argentino; asesoramiento técnico y un plantel de profesores de educación física; además de entrenadores y guardavidas profesionales. En este sentido, el despliegue es significativo, ya que no deja de ser una actividad riesgosa.
En cuanto al equipo que acompaña a Gutiérrez, está compuesto por dos de sus amigos: Carlos Nieto y Julio Duret. El primero fue profesor de Educación Física de Gutiérrez en el secundario. “Así que ya nos conocemos, y eso es bueno. Porque esa persona ya sabe de tu rendimiento, y durante la travesía te habla, te guía y te da mucha confianza”, aseguró el deportista.
En este sentido, al sentirse acompañado por sus amigos y conocidos, dijo que la travesía promete ser emocionante: “Vibrante en todo sentido, porque esa es una distancia sumamente desafiante; que no te da como para estar tirando dados, sino que te desafía permanentemente, porque son entre cinco y seis horas de nado. Y muchos de nosotros no lo hemos hecho antes, así que es hermoso”, afirmó.
Nadar en un río de satisfacciones
Cada desafío que se concreta es sinónimo de alegría y satisfacción por haberlo logrado. También lo es para Gutiérrez. Sin embargo, aseguró que la parte que más disfruta “es el camino; es durante la travesía”. Además, debido a su historia de vida, muchas personas se acercan a él para compartir sus experiencias, o simplemente brindarle palabras de reconocimiento por su lucha.
“Cuando la gente me recibe, muchos lloran; me abrazan, sacan fotos o graban. Todo eso es muy lindo, pero también recibí mensajes muy duros. Historias de personas que tuvieron intenciones de suicidarse, y que, a partir de mi lucha, de mi historia y mis desafíos, cambiaron el rumbo de sus vidas”, contó el deportista.
Por otra parte, dijo que la similitud de su historia con la de otras personas es lo que más lo conmueve. “Me gusta mucho cuando veo gente con discapacidad que se anima a dar un poquito más. Se animan a mostrarse, a no sentir vergüenza o miedo”, dijo al respecto. Además, remarcó que lo más importante “es salir con la frente en alto”.
Vivir siendo desafiado
El deportista aseguró que, más allá de sus actividades o travesías, “el desafío es siempre y constante”. Lo dijo porque, después de conectar con infinidades de historias, siente que juega un rol importante siendo receptor de estas narrativas. “Es un desafío diario escuchar y acompañar a esas historias. Incluso los padres de personas discapacitadas me escriben y se sienten acompañados, escuchados y comprendidos”, señaló.
Asimismo, reflexionó e instó a la gente a “volverse en un soñador en potencia”. Según Gutiérrez, hay dos opciones: quedarse viviendo y soñando despierto; o trabajar duramente para cumplir las metas. En este sentido, se definió como “un cumplidor de metas y no un soñador. Porque cuando trabajamos duro estamos preparados. Y ante una oportunidad para concretar una meta, es dar un pequeño paso y lograrlo”, concluyó el destacado deportista argentino.