La invasión de Rusia a Ucrania acontece en Europa Oriental, pero sus efectos alcanzan a todas las naciones del mundo. China, la gran superpotencia económica y militar, mantiene estrechos vínculos con Vladimir Putin. Al mismo tiempo tiene grandes intereses con países que no apoyan la invasión.
En ese contexto, el gigante asiático tiene un difícil papel en medio de la guerra en curso. Para poder comprender ese rol Nota al Pie entrevistó a Gabriel Merino, investigador del CONICET e integrante del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata.
¿Cual es la posición de China ante el conflicto entre Rusia y Ucrania?
China por un lado esgrime el principio de integridad territorial pero por otro lado también atiende las necesidades planteadas por Rusia en cuanto a la cuestión de seguridad. Lo que es fundamental para entender su posicionamiento es la asociación sin límites entre Rusia y China, tal como fue pronunciado en su momento. Es parte de un acercamiento que se viene forjando desde el año 1997, instancia en la que Estados Unidos avanzó con la OTAN hacia el este.
El acercamiento entre Rusia y China tuvo un momento clave que fue el lanzamiento en 2001 de la Organización para la Cooperación de Shangai. En 2009 se avanza con los BRICS y en el año 2014 se establecen acuerdos muy importantes cuando se acelera la crisis con Ucrania. La asociación de China y Rusia tiene larga trayectoria y se expresa en diversas instituciones que desde 1997 bregan por otro mapa del poder mundial.
Puntualmente, ¿cuál considera que es la mayor aspiración del gigante asiático en esta circunstancia actual?
Creo que China, en este escenario post pandemia, está buscando su ascenso en el escenario global. Está buscando su liderazgo en un posible diálogo para una salida diplomática al conflicto en Ucrania.
¿En qué puede afectar a China la invasión de Rusia a Ucrania?
China tiene algunos objetivos importantes que el conflicto puede desestabilizar. Una es la unidad euroasiática, uno de los ejemplos claros es la llamada Ruta de la Seda. También en Europa del Este hay un ámbito clave que es el Foro 17+1 que es un espacio de China más todos los países de esa región. Son diversos proyectos muy importantes.
China tiene una premisa fundamental denominada Ascenso Pacífico que consiste en evitar los conflictos políticos y estratégicos con occidente. La aspiración es que estos no se desarrollen en términos técnicos militares.
¿Puede China criticar a Rusia por invadir Ucrania siendo que, según informes de inteligencia, está en sus planes invadir Taiwán?
Yo no daría por confirmados esos reportes de inteligencia, entiendo que la estrategia de China no pasa por invadir Taiwán. Me baso en mis investigaciones aunque también es algo que uno nunca puede saber.
En mí opinión, la estrategia de China es otra, más vinculada a la recuperación de Hong Kong. El objetivo es enlazar más la economía de Taiwán con la economía de China, mediante inversiones, con el desarrollo de empresas taiwanesas en el mercado chino. La idea es generar una interdependencia y a partir de allí avanzar en su influencia.
Por otro lado, avanzar en términos militares, desarrollar un poderío en materia misilística, capacidad naval, etc. que torne imposible una defensa de Taiwán por parte de Estados Unidos y aliados. De todos modos, el objetivo de Rusia con su ataque a Ucrania no aspira a ocupar el territorio definitivamente. Sus objetivos son otros. China no apoyaría una ocupación de Rusia en Ucrania, sobre todo en las regiones del oeste, las pro-occidentales.
Rusia está recibiendo muchas sanciones económicas por haber invadido a Ucrania. ¿Esas sanciones considera usted que estaban previstas por Putin y representan simplemente un costo ya calculado de antemano?
Las sanciones vienen desde el año 2014 cuando aconteció la “recuperación” de Crimea según Rusia o la “anexión” según occidente. En ese momento hubo sanciones importantes y ahora estamos ante una nueva escalada de esas sanciones.
Rusia sabía que la respuesta de occidente vendría por allí y de hecho ya lo habían previsto. La mayor arma de esa guerra económica era sacar a Rusia del Swift, pero eso tiene un límite. Esto se debe a que se trata del primer exportador de gas del mundo, el segundo en petróleo y un gran productor de trigo. Rusia sabe que cuenta con esas herramientas.
Además, ellos fueron desarrollando un sistema de pagos alternativos que establecieron desde el año 2014. Estás sanciones golpean a la economía rusa pero era algo que estaba previsto. Las consecuencias dependerán de la extensión del conflicto y del grado de la profundidad de las sanciones.
Aún cuando usted no lo observa como algo probable, quisiera preguntarle de todos modos. Si China invadiera Taiwán, ¿Cree usted que los países aplicarían las mismas sanciones que aplicaron a Rusia?
El caso de China es distinto, es por eso que yo sostengo que lo que se empezó a desarrollar desde el año 2014 es una competencia de polos de poder. Es una puja entre los viejos poderes dominantes y los poderes emergentes. Esa competencia podría darse bajo un formato de guerra global híbrida y fragmentada.
En algunos territorios se desarrollan conflictos técnicos militares con fuerzas convencionales y no convencionales. Y a nivel global se desarrollan guerras de información, cyber guerras y guerras económicas a través de sanciones.
Hoy por hoy, China produce 4 trillones de dólares de PBI industrial, que equivale al PBI de Estados Unidos, Japón y Alemania. Por otro lado, las cadenas de suministro global tienen su lugar central en China. Es tan grande la interdependencia y el rol sistémico de China que por eso afirmo que es imposible una nueva guerra fría con China. La capacidad de aplicar sanciones es menor respecto de lo que se puede sancionar a Rusia. Así como la capacidad de sancionar a Rusia es menor que lo que se puede hacer con Irán. Las sanciones a Irán fueron más efectivas, si se lo compara con lo que se ha logrado con Rusia. El golpe a la economía iraní fue mayor que lo que se puede golpear a Rusia. Hacer algo así con China sería mucho más difícil.