El audaz director de películas como Bølgen (La ola) y Skjelvet (Terremoto), John Andreas Andersen, vuelve a la pantalla grande. Ahora presenta Nordsjøen (El mar en llamas), donde demuestra el peligro de explotar el suelo marino para la extracción de petróleo.
La película busca concientizar a la platea sobre las consecuencias que puede producir establecer plataformas petroleras en la costa de un país. Algo que últimamente ha sido tema de debate en la Argentina por los estudios proyectados cerca de la costa de Mar del Plata para la instalación de empresas petroleras en el Mar Argentino.
Fiel al estilo de su director, Nordsjøen se aleja del cine de Estados Unidos donde siempre les estadounidenses son las víctimas, así como también suelen ser les úniques que pueden salvar el planeta. Por su parte, Andersen busca con sus películas algo más allá de divertir: dejan un mensaje y tratan de hacer reflexionar al público.
En Nordsjøen, el ser humano y su ilimitado uso de los recursos naturales son les personajes villanes de la película. En ella se observa la destrucción de las plataformas petrolíferas del Mar del Norte con grandes efectos especiales y una valiente heroína. Además, el film goza de una buena actuación del elenco en general y una trama con giros inesperados y originales.
Narrada desde una perspectiva realista, que hasta por momentos parece propia de un documental, carece de exageraciones y acciones desmotivadas. Si bien hacia el final lo dramático en la historia resulta algo cliché, lo más importante del film es que hay un mensaje entre líneas sobre el mal uso de la naturaleza.
Un elenco escandinavo encabezado por Kristine Kujath Thorp, Rolf Kristian Larsen, Anders Baasmo y Anneke von der Lippe, protagonizan el atrapante drama. El guión de los escritores Harald Rosenløw-Eeg y Lars Gudmestad cobra vida en la pantalla de una manera muy amena y entretenida. Un detalle singular es que en el film se usa un robot-serpiente para investigar las profundidades. Y no es ficción, es real y pertenece a la empresa Eelume.
Entre la ficción y la realidad
La película ha logrado un aceptable éxito en la mayoría de Europa; y, si bien no es la mejor película del director, sí es la que más se acerca a la realidad: en su trama hay una dualidad en el relato. Hay acción con buenos efectos especiales, magnífico CGI, y se sigue la historia de una trabajadora relacionada a las empresas de extracción de petróleo.
El film aporta datos, desarrollo de acontecimientos y comportamientos reales por directivos, como podría ocurrir si esto sucediera en el mundo real: cómo el accionar de unos pocos perjudica a millones de personas y su entorno. En la película todo sucede en el Mar del Norte, donde en 1969 se descubrió uno de los yacimientos petrolíferos más grandes del mundo, Ekofisk, lo que dio origen a una temporada de perforación en alta mar, explotación de recursos y prosperidad. Cincuenta años después, el uso desmedido del suelo marino abrió una grieta en el fondo del océano, lo que provocó el derrumbe y la explosión en cadena de varias plataformas petroleras. Estas derraman en el Mar del Norte el suficiente petróleo para cubrir 100.000 km cuadrados.
Una mancha que no solo tapizaría las costas occidentales de países como Finlandia, Suecia y Noruega en menos de 48 horas, sino que en menos de una semana dicha mancha llegaría a las costas de Dinamarca, los Países Bajos y hasta Reino Unido. Cada fiordo, cada rincón, pájaros, peces, toda la vida animal, la naturaleza, la industria pesquera y el turismo serían destruidos. Tardaría décadas, hasta quizá 100 años en recuperarse. En resumen, un desastre ambiental con consecuencias dramáticas para el litoral, la economía, la fauna y la habitabilidad de dichos territorios.