El Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) realizó un estudió en la Legislatura porteña, según el cual el 77% de las legisladoras vivió situaciones de violencia política por motivos de género. En el mismo sentido, el 94% de los agresores fueron varones.
Según ELA, la violencia política contra las mujeres es “cualquier acción, conducta u omisión, realizada de forma directa o a través de terceros que basada en su género, cause daño o sufrimiento a una o varias mujeres, y que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de sus derechos políticos”. A su vez, la violencia política contra las mujeres puede incluir entre otras, violencia física, sexual, psicológica, moral, económica o simbólica
Las cifras del informe “Violencia política por razones de género: hallazgos de la investigación en la Legislatura de CABA 2021”, surgen de las entrevistas a 44 legisladoras y legisladores que mantuvieron en reserva sus identidades.
Les encuestades reflexionaron sobre la cultura machista y los roles de género, la frecuencia de los casos de violencia, el mensaje aleccionador que ésta tiene por sobre las mujeres, y qué mecanismos están implementando las legisladoras para enfrentarse a esta situación.
La violencia en números
Dentro de los datos, el informe reveló que al 82 % de las legisladoras la violencia le afectó su bienestar emocional. Así como el 59 % fue violentada por alguien de su mismo partido y el 47 % advirtió que el agresor no sufrió ninguna consecuencia.
Por otro lado, la sede del partido político y el recinto constituyen los espacios donde varones y mujeres experimentan las mayores brechas. «La voz de la mujer es poca en los recintos. Las mujeres no se animan a hablar, es difícil hablar por primera vez. Hay que pelearse, imponerse», manifestó una legisladora.
«Es difícil además salir de los temas en que se encasillan a las mujeres. Las comisiones importantes las lideran los varones -por ejemplo, la de Presupuesto-, los jefes de bloques son varones, las comisiones las presiden varones, muchas veces quienes hacen los proyectos también son varones», sostuvo otras de las consultadas.
Situaciones de exposición
Al momento de responder acerca de los espacios donde se sienten más expuestas al tipo de situaciones mencionadas, el 82 % de las mujeres remarcó que en internet y redes sociales.
Por otro lado, el tema de «los favores» también circula por los pasillos del palacio legislativo. El 18 % de las legisladoras mencionó que a veces les ofrecieron «favores políticos» a cambio de «favores sexuales».
«Eso ocurre mucho, muchísimo; el franeleo propio de algunos termina repercutiendo en cómo una se desempeña o lleva adelante determinadas discusiones, porque elige resignar algunas discusiones con algunos compañeros, porque no quiere someterse a situaciones incómodas o desagradables», expresó una de las encuestadas.
Violencia política es violencia de género
La Declaración sobre la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer fue emitida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993. La misma afirma que la violencia contra la mujer es “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.
Asimismo el informe indica que, “la gran mayoría de las mujeres que experimentaron situaciones de violencia no realizó otras acciones más que comentarlo con alguien, evidenciando que a pesar de que el problema es extendido, hay una carencia de mecanismos efectivos para resolverlo».
Tan solo el 27 % acudió «a una instancia competente» para resolver el problema dentro de su partido político. Solo un 7 % terminó la relación con quien o quienes causaron esa situación. Otro 7 % formuló una denuncia penal contra la persona que causó esa situación y el 7 % restante se fue del partido.
Por último, el 61 % de encuestades sostuvo que las leyes y normativas existentes en materia de violencias contra las mujeres y LGBTIQ+ son necesarias. Sin embargo, no alcanzan para combatir la violencia. «Hace falta un cambio cultural. La situación identificable sobre una cuestión existente y microviolencias que tienen un impacto mayor en la política», concluyó una legisladora.