La mujer siempre estuvo vinculada con la historia de la lucha obrera y en el país esto se vio reflejado de diversas maneras. En la Argentina, entre 1896 y 1899 existió un periódico llamado “La voz de la mujer”, encabezado por Virginia Bolten, que invitaba a las mujeres a rebelarse contra la opresión masculina.
“Si vosotros queréis ser libres, con mucha mayor razón nosotras, doblemente esclavas de la sociedad y del varón”, expresaba Virginia quien era sindicalista, feminista y anarquista.
Y, sin haber cumplido los veinte años de edad, en 1890 ya encabezaba la primera manifestación del Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, en la Plaza López, en Rosario, portando la bandera negra con la leyenda “Fraternidad Obrera Universal”.
En este contexto, el lema que mejor retrató al diario era “Ni dios, ni patrón, ni marido”. Su distribución se realizaba de manera casi clandestina y tenía una tirada de entre 1000 y 2000 ejemplares.
En sus primeras páginas podía leerse:
“¡Salud Compañeras! La Anarquía
Ya trémola el pendón libertador;
¡Hurra, hermanos queridos, a la lucha!
¡Fuerte el brazo, sereno el corazón!
Que no haya entre nosotras rezagadas
Nuestra lucha es a muerte y sin cuartel;
¡Hurra! Hermanas queridas, otro esfuerzo,
Y ¿quién duda que habremos de vencer?”
La Voz de la Mujer fue un diario de poca tirada, cuyos miembros editoriales militaban en la tendencia comunista-anarquista. Su propio eslogan de presentación indicaba: “Aparece cuando puede y por suscripción voluntaria”.
“Comprendíamos que teníamos un enemigo poderoso en la sociedad actual y fue entonces también que mirando a nuestro alrededor, vimos muchos de nuestros compañeros luchando contra tal sociedad; y como comprendimos que ese era también nuestro enemigo, decimos ir con ellos en contra del común enemigo, más como no queríamos depender de nadie, alzamos nosotras también un girón del rojo estandarte; salimos a la lucha….sin Dios ni jefe”, expresaba el primer ejemplar en 1896.
Nombrar la opresión de las mujeres
Lo distintivo de La Voz de la Mujer como periódico anarquista radicó en su reconocimiento a la opresión de las mujeres. Es por esta razón que las publicaciones fueron muy revolucionarias para la época.
Sus artículos estaban dedicados exclusivamente a visibilizar la situación de las mujeres, las cuales intentaban ser un aporte a la organización para la lucha por su emancipación. Los escritos se posicionaban desde la perspectiva de las mujeres obreras. Quienes para ellas sufren “doble esclavitud, la del capital y la del hombre” (1896, Número 8).
Dentro de sus líneas denunciaban a la Iglesia Católica como una institución al servicio de los poderosos, que repudia las manifestaciones obreras y colabora en reproducir el estereotipo de mujer, cuyo único lugar exclusivo sería la casa con sus hijos. También arremetía contra la burguesía y la policía.
Las publicaciones no profundizan en temáticas relacionadas con las mujeres trabajadoras o respecto a sus lugares de trabajo. Sin embargo, estaba dirigido a la clase trabajadora, y realizaba propaganda de las ideas anarquistas alrededor de situaciones de la vida cotidiana.
Las ediciones más conocidas del periódico son las de Buenos Aires, aunque Virginia Bolten también relanzó este proyecto en 1899, en Rosario. Entre las colaboradoras de la publicación porteña aparecen Teresa Marchisio, Pepita Gherra, María Calvia y Josefa Martínez.La importancia de este medio radica en ser uno de los primeros en tener a las mujeres como lectoras, pero también como parte de la lucha social. En este sentido, su importancia ha sido tal que en 1997, la Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes, publicó un libro recopilando lo publicado por La voz de la mujer.