El caso de las jugadoras titulares de fútbol femenino del Club Rosario Central tomó repercusión tras la denuncia que realizó la jugadora Maira Sánchez a través de sus redes sociales. La misma, declaró que la DT del plantel, Roxana Vallejos, le comunicó que no podía seguir en el club por besarse con una compañera.
No obstante, a esta denuncia de discriminación se le sumó el testimonio de sus compañeras, quienes contaron que sufrieron malos tratos, hostigamiento y amenazas por parte de la entrenadora. A raíz de esta situación, las jugadoras decidieron realizar una denuncia colectiva ante el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), tanto contra el cuerpo técnico como contra el club.
Sin embargo, este tipo de situaciones de abuso de poder y discriminación de género es moneda corriente en el ámbito del fútbol femenino, un deporte que por tradición muchas veces es atribuido exclusivamente a los varones. En un proceso de lucha por la profesionalización, las jugadoras mujeres se siguen enfrentando a las irregularidades y la inestabilidad de su trabajo.
El caso de las jugadoras de Rosario Central
«Me llamaron a uno de los vestuarios y a solas me comunica nuestra DT que me echaba del plantel profesional por haberme, supuestamente, besado dentro del club con una compañera. -¿Dónde está la Secretaría de Género?, -¿Adónde están las personas que defienden nuestros derechos?, -¿Por qué no se me valora cómo deportista?, -¿Acaso mi vida personal tiene más peso que mi rendimiento deportivo?’’, cuestionó Sánchez en sus redes sociales.
Esta declaración relata una situación de violencia, en la que Sánchez fue discriminada por su orientación sexual y además, por un hecho que ella sostiene que nunca ocurrió. Además, en una transmisión en vivo del medio Fut Fem Prof, la futbolista declara que tiene pareja pero que nunca se besó con ella en el ámbito laboral, y que tampoco se besó con una compañera.
Luego de la difusión de la declaración de Maira Sánchez, el Club emitió un comunicado desmintiendo los hechos. Sin embargo, más jugadoras se sumaron a expresar cuál era la situación de violencia que vivían en los entrenamientos y partidos.
Las principales acusaciones fueron contra la entrenadora Roxana Vallejos. Según las denunciantes, Vallejos ejercía malos tratos sobre las jugadoras, las presionaba a realizar entrenamientos a pesar de estar lesionadas, bajo amenazas y sobrepasando las indicaciones del cuerpo médico. También les confiscó el teléfono celular antes de cada entrenamiento, como forma de castigo por bajar el rendimiento.
La inestabilidad en el trabajo y la falta de respuesta del club
La exjugadora, Lis Cacciola, denunció en sus redes sociales que sufrió un accidente durante un entrenamiento y que en el tiempo de recuperación no recibió contención por parte del club. En este sentido, como su contrato en Rosario Central finalizó al terminar el año, en sus últimos entrenamientos Vallejos no le permitió realizar las mismas actividades que sus compañeras.
Además, el club no se contactó con ella para indicarle el estado de su situación laboral ni cómo proceder una vez caducado el contrato, por lo que se encontró con una incertidumbre sobre su carrera profesional.
Por su parte, la abogada que lleva adelante el caso, Melisa García, señaló que las jugadoras están protegidas por el Estatuto del Jugador de Fútbol y la ley de Protección Integral a las Mujeres, pero estas normativas muchas veces no se cumplen. Sin embargo, previo a la denuncia formal, las jugadoras convocaron a una reunión para informar sobre los casos de violencia y discriminación. Así, en dicha reunión participaron el vicepresidente del club y la oficina de género, pero no obtuvieron ninguna solución.