Un grupo de vecines realizó este jueves por la tarde una manifestación en la intersección de Avenida Cabildo y Crisólogo Larralde del barrio de Núñez, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La acción se realizó en rechazo al nuevo código de urbanización que permite la construcción de edificios de altura, lo que según los manifestantes, altera la identidad y sostenibilidad del barrio.
El cacerolazo si bien fue emprendido por un número pequeño de vecines, tan solo 50, cosechó numerosas adhesiones de les automovilistas que pasaban. Desde el interior de los vehículos acompañaban con sus bocinas el ritmo de los cacerolazos al tiempo que hacían el gesto de “OK” con sus manos.
Les manifestantes repartieron volantes que informaban del reclamo con diversos argumentos en contra de la construcción de torres. “Destruyen el patrimonio urbano”; “Cambia el verde por el gris y el estilo del barrio”; “Favorece la especulación inmobiliaria”, fueron los fundamentos en contra de las nuevas iniciativas edilicias.
Palabras del impulsor de los reclamos
Nota al Pie diálogo con Matías Amica quien es impulsor de la iniciativa. “Lo que hacemos es reclamar contra el Código de Urbanización que está atentando contra nuestro patrimonio urbano y contra los espacios verdes”, expresó el activista. Al respecto, indicó indignado que “son bastantes proyectos edilicios de más de cuatro pisos en marcha en tanto que nuestro barrio siempre fue de casas bajas”.
El entrevistado comentó el notorio cambio del barrio al mencionar que “ahora empieza a tener otro tipo de edificios sin haber hecho previamente los estudios de impacto ambiental”.
Un ingeniero y ex constructor entre los manifestantes
Fernando Portal es un vecino de Núñez y formó parte del cacerolazo. Graduado en ingeniería y con extensa trayectoria en el sector de la construcción, conoce con precisión el impacto de los emprendimientos inmobiliarios cuando se realizan sin límites. Desde su experiencia, comentó que “ahora no hay un Factor de Ocupación del Suelo (FOS) entonces se puede construir a lo largo de todo el terreno y además tampoco hay un límite superior, puesto que tiene un límite muy alto para lo que es un barrio de casas bajas”.
Según el especialista, está circunstancia genera que “una persona que tiene una casa unifamiliar, podría quedar rodeada de edificios medianeros que pueden ocupar todo el largo del terreno”.
Además, indicó que “a eso se suma el impacto ambiental, porque se están reduciendo los espacios verdes tanto públicos como privados porque hay casas que tenían fondos verdes absorbentes que ahora no los tienen”.
El entrevistado también cuestionó las promesas marketineras que realizan las empresas constructoras. Al respecto, señaló que “se venden con el slogan ‘con vistas extraordinarias hacía jardines’, en tanto que yo digo que es así, pero ‘con vista sobre jardines ajenos de las casas particulares vecinas’”.
El colapso de los servicios
La construcción de altas torres genera un incremento considerable de la población del lugar. A mayor cantidad de residentes, aumenta la demanda de suministros de servicios, los cuales pueden llegar a colapsar por no estar preparados para abastecer a un número tan alto de viviendas y residentes.
Al respecto, Fernando Portal señaló que se generan problemas: “Por ejemplo en los veranos muchas veces se corta la electricidad por el uso de los aires acondicionados”.
“Además, al haber menos terreno absorbente es más probable que algunas zonas se inunden”, advirtió. El ingeniero denunció que la proliferación de torres en el marco del nuevo código de urbanización “fue hecho por un interés económico a espaldas de los vecinos del barrio”.
También subrayó cuál debería ser el procedimiento adecuado para dar lugar a este tipo de iniciativas. “Cuando se toman medidas de esta naturaleza se tiene que dar participación a los vecinos del barrio. Es inadmisible que personas ajenas a esta comunidad determinen cambiar la fisonomía e identidad del barrio” concluyó.