Con la llegada de la pandemia, los casos de tuberculosis aumentaron a nivel mundial. Así lo indica el Informe mundial sobre tuberculosis 2021 realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Acceder a diagnósticos y tratamientos se volvió más complicado debido a las restricciones sanitarias, por lo que las muertes ocurridas durante el 2020 se incrementaron luego de una década de continuo descenso.
El contexto de restricciones en la movilidad, sumado al miedo por el riesgo a contagiarse, hizo que muchos pacientes dejaran de acudir a los centros de salud, ya sea para atenderse como para retirar la medicación. La OMS estima que ahora hay alrededor de 4,1 millones de personas que padecen tuberculosis, pero que todavía no han sido diagnosticadas. La consecuencia no es sólo el agravamiento de la enfermedad, sino el aumento de su transmisión.
La tuberculosis es una enfermedad infecciosa y contagiosa causada por la bacteria (bacilo) Mycobacterium tuberculosis. Afecta principalmente a los pulmones, pero también puede alterar otros órganos del cuerpo. Se transmite por vía aérea, por ejemplo, cuando una persona con la enfermedad tose, estornuda o escupe, expulsa “bacilos tuberculosos” al aire.
El Hospital de Infecciosas “Francisco Muñiz” está ubicado en el barrio porteño de Parque Patricios. Allí las consultas por síntomas compatibles con la tuberculosis crecieron alrededor del 40 por ciento, si se las compara con las que llegaban al hospital antes de la pandemia. Además, los casos son más graves, con formas diseminadas de la enfermedad.
En este marco, Nota al Pie se comunicó con el Dr. Domingo Palmero, jefe de la División Neumotisiología del Hospital Muñiz. También dirige el Instituto Vaccarezza, un centro de referencia para esta enfermedad que depende de la Universidad de Buenos Aires.
Hablemos de tuberculosis
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1,5 millones de personas murieron de tuberculosis en 2020, entre ellas 214 000 personas con VIH. En todo el mundo, la tuberculosis es la decimotercera causa de muerte y la enfermedad infecciosa más mortífera por detrás de la COVID-19, y por encima del VIH/Sida.
El Dr. Palmero explicó a Nota al Pie que considera a la tuberculosis como una problemática compleja. “Afecta fundamentalmente a los países en vías de desarrollo y va muy ligada a situaciones de vulnerabilidad social y también a enfermedades que provocan inmunodepresión, como la diabetes y el SIDA”, comentó.
Las herramientas para controlarla, teniendo en cuenta que la BCG no tiene la eficiencia de otras vacunas, son la búsqueda de casos y el tratamiento precoz. Un tema difícil es la adherencia al tratamiento que, como mínimo, dura seis meses. Todo este cuadro hace que, hoy por hoy, la erradicación de la tuberculosis sea más un sueño que una realidad.
Existe mucha gente que está infectada con esta bacteria pero todavía no ha enfermado ni tampoco pueden transmitirla. Una vez infectadas, el riesgo de enfermar de tuberculosis es de entre el 5-10% en toda su vida, por lo que no es lo mismo estar infectado que estar enfermo. Se estima que un 30% de la población está infectada sin presentar ningún síntoma. En el caso de personas inmunodeprimidas, por ejemplo, quienes viven con VIH, padecen desnutrición, enfermedades como la diabetes o fuman, poseen mayor riesgo de enfermar.
En comunicación con Nota al Pie, el Dr. Palmero aclaró que todas aquellas personas que el año pasado no fueron a atenderse a los hospitales, pudieron haber estado eliminando bacterias al ambiente durante todo este tiempo. Esto representa una vía de diseminación de la enfermedad muy importante en aquellos lugares donde hay hacinamiento. La mayoría de les pacientes viven en viviendas superpobladas, por lo que el contacto estrecho necesario para contagiarse, se puede alcanzar con cierta facilidad. Este contacto debe ser de varias horas de duración, repetido en el tiempo.
Resaltó además que quienes han tenido un contacto estrecho con pacientes con tuberculosis, deben asistir a control médico cuanto antes. Lo mismo para todas aquellas personas que padezcan tos de una duración mayor a 15 días. Existen tratamientos profilácticos, realizados antes de que se desarrolle la enfermedad y tratamientos curativos de larga duración, una vez que comienzan los síntomas.
La situación en el AMBA
En una entrevista realizada por Diario Z, el Dr. Palmero aclaró que desde el 2012 en adelante, los casos de tuberculosis están aumentando, al igual que la mortalidad. “La mitad están concentrados entre la Ciudad y el conurbano, donde la gente va y viene. También hay muchos casos en Salta y Jujuy”, señaló. En el Hospital Muñiz debieron abrir una nueva sala de internación para estos nuevos pacientes.
Entre los motivos se encuentra la vulnerabilidad social que ha ido aumentando progresivamente desde la crisis de 2001, con altibajos. Pero también la pandemia influyó en este incremento. Cuando comenzó el aislamiento la gente se quedaba en sus casas y el sistema de salud estaba abocado a Covid, pasando el resto de las patologías a un segundo plano: oncológicos, cardiovasculares y, entre ellas, la tuberculosis.
“La gente tenía miedo de ir a los hospitales por temor a contagiarse. Eso se tradujo en falta de consultas, abandono de tratamientos y hasta errores de diagnóstico. Hubo casos de personas que tenían tos, se acercaron al centro de salud, los hisoparon y les dio negativo. Los síntomas continuaron y, tiempo después, empezamos a ver casos graves. Cuando se terminó el aislamiento, los pacientes empezaron a volver”, explicó a Diario Z.
100 años de la vacuna BCG
La tuberculosis es curable y prevenible mediante la vacunación, a través de la famosa BCG. Esta vacuna se llama así en honor a los científicos franceses León Calmette y Camille Guerín que la descubrieron en 1921. El Dr. Palmero explicó a Nota al Pie: “Consiste en cepas vivas atenuadas por pérdida de parte de su material genético de Mycobacterium bovis. Es decir, es una infección atenuada, que deja memoria inmunológica que da un efecto protector, especialmente si se aplica en el recién nacido y que dura aproximadamente hasta los 5 años”. Aclaró, además, que revacunar no aporta más protección. La vacuna aplicada luego del primer año de vida pierde eficacia y en adolescentes y adultos se considera que es muy poco útil.
La vacuna BCG ha demostrado una importante eficacia en prevenir, en más del 90% de los casos, las formas diseminadas de tuberculosis y la meningitis tuberculosa. Por el contrario, los estudios sobre la protección para las formas pulmonares de la enfermedad, las más frecuentes, rondan el 60% de eficacia.
Respecto de por qué habiendo una vacuna desde hace 100 años todavía no pudo ser erradicada la enfermedad, el Dr. Palmero comentó: “El Mycobacterium tuberculosis, que es el bacilo agente causal de la enfermedad, no exhibe todos sus antígenos, un mecanismo conocido como evasión inmunológica. Por lo tanto, ya sea con vacunas de organismos vivos atenuados (como el BCG) o mediante la inoculación de antígenos específicos del bacilo, no se logra una protección adecuada”.
Eso explica la incompleta protección que brinda la BCG. Agregó también que a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI se han hecho más de 100 ensayos con distintas formas de vacuna antituberculosis pero ninguna ha demostrado ser mejor que la relativamente poco eficaz BCG.