Tatuar a personas que han sufrido violencia de género es una iniciativa que en los tiempos que corren, crece a pasos agigantados. Personas como el mendocino Sebastián Gallardo, la brasileña Flavia Cavalho o el porteño Diego Staropoli son algunos de los que se ofrecen a tapar esas heridas abiertas.
Ya sean gratis o pagando los insumos utilizados, la iniciativa permite cubrir las lesiones provocadas por violencia de género. Tal es el caso de Gina Certoma, la joven de 28 años que fue víctima de violencia por parte de su ex-pareja en el 2017.
En diálogo con Télam, la joven contó que “Pasó de tener un cuerpo lleno de cicatrices a un cuerpo lleno de arte”. En el 2020, alrededor de 287 mujeres fueron víctimas de este tipo de violencia, 6 de ellas embarazadas y las estadísticas muestran que el 59% son producto de su actual o ex-pareja.
Cabe destacar que, Certoma sufrió quemaduras en el 60% de su cuerpo, lo que la dejó cuatro meses internada y con tres intervenciones quirúrgicas semanales. En ese sentido, la víctima recordó que “las heridas que no se ven tardan un montón en sanar, no es fácil, es un proceso de resiliencia muy largo».
Un proyecto de sanación
Mandinga Tattoo es el local porteño de Diego Staropoli, ubicado en Villa Lugano. Y es su propio dueño quien lleva a cabo la campaña para tatuar a aquellas mujeres que fueron víctimas.
En 1993 abrió las puertas de su local, pero recién con la llegada del internet comenzó a tener más éxito en sus ventas. Con la dura historia familiar de que su mamá, abuela y tía pelearán por el cáncer de mama, nació allí la iniciativa de aportar un granito de arena a la causa.
Pese a esto surgió la iniciativa de restaurar las areolas mamarias: en total ya fueron tatuadas 1736 aureolas, asimismo, su hermano, que sufrió también cáncer decidió sumarse a la causa para ayudar.
«Como todas las mujeres de mi familia padecieron cáncer de mama -mi abuela primero, mi vieja, mi tía-, inicié esto como un homenaje a ellas sin saber que iban a ser tantas”, contó Staropoli a la Agencia de Noticias Télam.
Más proyectos, más curaciones, más esperanza
Pero este local además de tener esta campaña, comparte la particularidad de ayudar a las mujeres que tienen en su cuerpo cicatrices. “El tatuaje sobre cicatrices de la violencia apareció hace un año y medio, casi por accidente, porque vino una chica que tenía el 70 por ciento del cuerpo quemado” explicó.
“La empezamos a tatuar y el caso se hizo viral. Luego vino otra y otra más, ya tatué a 16 personas y dejé de anotar en lista de espera cuando llegué a las 100 porque son trabajos que llevan meses “remarcó.
Cabe destacar que, además de tatuar, el local cuenta con una fundación que apadrina a 13 escuelas de San Juan, Santa Fé, Corrientes, Jujuy, Misiones y un hospital, en donde realiza colectas de útiles, mercaderías, y alimentos de primera necesidad.
Por último, también está “Las fénix de Mandinga”, grupo de sobrevivientes que fueron tatuadas y hoy comparten en su cuenta de Instagram cada cambio positivo de aquellas víctimas de violencia de género.