La Ciudad Autónoma de Buenos Aires es el distrito más rico de la Argentina, pero a su vez cuenta con grandes contrastes. Unos pocos metros dividen una de las zonas más opulentas de la ciudad con uno de los barrios más carenciados. Se marca la diferencia entre dos realidades muy distintas.
En el año 2012, un grupo de jóvenes se propuso promover la inclusión laboral de personas que se encuentran en tratamiento integral por consumo problemático y en situación de vulnerabilidad social y económica.
Así nació Luz de Esperanza, una asociación civil que trabaja en alianza con el Hogar de Cristo, y en especial con el Centro Barrial Padre Carlos Múgica. Se encuentra ubicado en la Villa 31, en Retiro, Ciudad de Buenos Aires, donde viven más de 40.000 personas.
Nota al Pie charló con Tomás Montemerlo, su joven Director Ejecutivo. Contó todo acerca de esta propuesta que acompaña e ilumina la resiliencia en uno de los barrios populares más grandes del país.
Las velas de la esperanza
Luz de Esperanza se focaliza en el acompañamiento de personas que atraviesan un proceso de tratamiento por consumo problemático. Lo integran cientos de hombres y mujeres que se animaron a dar un giro en sus vidas alejados del consumo y con un proyecto concreto para llevar a cabo. “Somos una etapa dentro del tratamiento integral-terapéutico del Hogar de Cristo de la Villa 31 de Retiro”, explicó Tomás.
Cuentan con un taller en el que, quiénes asisten, fabrican velas artesanales y productos textiles. Las velas posteriormente son vendidas en locales o por internet. También son utilizadas por reconocidas empresas dedicadas a la organización de eventos para la decoración de los mismos.
“Si bien parte de los sueldos que perciben quienes trabajan se obtienen gracias a estas ventas, Luz de Esperanza también se sustenta gracias a su “Comunidad de Amigos”, que mensualmente apoya económicamente esta causa”, añadió.
En estos nueve años de trabajo, el posicionamiento de Luz de Esperanza creció cada vez más. Lo transitaron más de 250 jóvenes, como parte del camino dentro de un tratamiento integral.
Actualmente, el taller de velas artesanales se constituye como una de las actividades centrales de la organización, que fue consolidando sus canales de comercialización. Además, permite sostener económicamente diversas iniciativas que forman parte de esta asociación civil.
“El proyecto se inició con la misión de promover oportunidades laborales como medio de transformación social a través de la capacitación técnica y la estimulación artística como parte de su tratamiento integral. Actualmente participan 25 personas de todas las edades provenientes de distintos barrios de emergencia de la Ciudad de Buenos Aires, como Bajo Flores, Barrio 31 y Villa Soldati”, comentó.
Consumo problemático
Tomás agregó que en el 2018 se realizó una encuesta a alrededor de 300 personas. En su mayoría eran jóvenes de entre 18 y 39 años concurrentes a 21 Centros Barriales o dispositivos que forman parte de la Familia Grande Hogar de Cristo en CABA y Gran Buenos Aires. La droga o sustancia que más consumen es el paco (40%), seguida por la cocaína, el alcohol, la marihuana, pastillas u otras (crack, hongos, LSD, éxtasis, poxiran).
“En casi todos los casos, el ingreso al consumo de drogas agravó la situación de precariedad económica y social en la que se encontraban antes de consumir. A veces los llevó a tener problemas con la justicia”, explicó en referencia al consumo problemático de sustancias.
Además, agregó que las enfermedades como el HIV, la tuberculosis (TBC) y las enfermedades de transmisión sexual como la sífilis, se incrementan fuertemente a raíz del consumo. También aumentan las lesiones en un 140% y los traumatismos o amputaciones en un 160%. “Las drogas matan: 1 de cada 2 personas mueren por TBC o HIV, casi 1 de cada 3 por agresiones o asesinatos y el resto por suicidios, accidentes o sobredosis”, sentenció el Director de la asociación civil.
Encender la resiliencia
Desde Luz de Esperanza, promueven la transformación social a través de la capacitación técnica y la inclusión laboral. De esta forma, impulsan oportunidades para la construcción de una nueva vida alejada del consumo.
“Acompañamos un nuevo proyecto de vida de la mano de trabajadores sociales, psicólogos y médicos. En este sentido, el taller es un espacio de contención y a la vez, un lugar de aprendizaje. Todos los meses realizamos asambleas para conversar cuestiones propias del trabajo, los vínculos y mejorar procesos de funcionamiento del proyecto”, aclaró.
Cada une de les participantes recibe una beca estímulo por su asistencia al taller que funciona de lunes a viernes de 9 a 12 horas. De esta manera, perciben un aporte que les permite sustentarse económicamente y a la vez estar en un espacio de acompañamiento y contención.
“A mí, Luz de Esperanza me cambió la vida. Venir todos los días es una oportunidad para tener constancia en lo laboral y también en la vida”, confesó Gustavo, que lleva las riendas del taller.
Por último, Tomás reflexionó sobre el hecho de que la mayoría de las personas que llegan a esta organización social, vienen con historias de vida desgarradoras. “Poder verlos de pie y con ganas de que su realidad cambie, hace que constantemente uno se sienta conmovido y comprometido. No hay una historia que sea más significativa que la otra, todas llegan al corazón”.
Esta iniciativa los impulsa, en muchos casos, a crear un proyecto de vida propio en el marco de uno colectivo. Por eso, Luz de Esperanza es mucho más que una fábrica de velas. Es un puente para retomar la escuela, para encontrar nuevos empleos, para acompañar procesos de aprendizaje. Es un puente para saber que un mundo sin drogas es posible, para dejarse ayudar y también ayudar a otres.
*En caso de consumos problemáticos, siempre hay una ayuda posible. La línea gratuita 141 está disponible las 24 horas para acompañar, informar y brindar la atención necesaria.