Hoy se cumplen 171 años del fallecimiento de José de San Martín, seguramente el argentino más admirado y respetado. Sin embargo, si uno observa lo que viene ocurriendo en el país de hace muchos años, difícilmente podamos decir que es el más imitado en sus virtudes por la dirigencia política actual.
Veamos algunos pocos ejemplos de esto, que son a la vez nuestro homenaje al gran general de la guerra por la independencia.
Para empezar, digamos que, como Belgrano, solo los sentimientos de amor a su patria decidieron su participación en esa contienda, abandonando para ello su carrera militar en España. Patria a la que, como alguna vez dijo, le dedicó lo mejor de su vida. No fueron el motor de su entrega los mezquinos intereses materiales, ni acumular poder personal, mucho menos la búsqueda de prestigio. Solo el profundo deseo de ver a su país sacudirse el yugo colonial; no hubo sacrificio que no hiciera en pos de ello.
En segundo lugar, estaba convencido que tamaño desafío que había por delante, no era tarea para timoratos o cobardes. Sabía bien de qué se trataba. Conocía el poder del ejército español por haber formado parte de sus filas. Y estaba convencido de que buscarían por todos los medios aplastar, con la bota militar, la rebelión en las colonias.
Necesitábamos por tanto hombres y mujeres valientes, convencidos, decididos a todo para alcanzar el triunfo. Sintetizó esa convicción suya en una frase que lo expresaba cristalinamente, en carta a los congresistas de Tucumán en 1816, cuando vio vacilaciones en algunos de ellos para declarar la independencia: “Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las grandes empresas”, les dijo.
Finalmente, estaba convencido el General que para poder vencer no solo hacían falta patriotismo desinteresado y valor, aun con lo fundamental que eran ambas virtudes para desplegar una estrategia consistente. Sino que era necesario también compensar el poderío español con la participación de todo el pueblo en esa lucha. Múltiples ejemplos, de este pensamiento profundo, tuvo en su accionar.
El mayor fue la organización de todo el pueblo de Mendoza ayudando a preparar al Ejército de los Andes para ir a combatir a Chile. Fue capaz de ganarse San Martín el corazón de los cuyanos y sumarlos, a todos y todas, más allá del origen social, a la gran epopeya.
Tuvo la virtud de trasladar el mismo sentimiento a sus oficiales y soldados. Incorporando además a su ejército un Batallón de Libertos, el Nº 8 de Infantería. Esclavos que dejaron de serlo y fueron a partir de entonces soldados de la patria.
Pergeñó su plan para cruzar la cordillera apoyándose en trabajo de inteligencia. Pero no solo en el de Alvarez Condarco, que relevó el camino de ida por el Paso de los Patos y el de vuelta por Uspallata, sino también en el de decenas de baqueanos, conocedores del terreno, que colaboraron activamente para el éxito de cruce.
Sabía San Martín que por el Alto Perú los españoles se hacían fuertes, como lo había experimentado en carne propia Belgrano. Pero también tenía claro el general que era de enorme riesgo desproteger la frontera norte, ante la posibilidad de una contraofensiva realista por allí. Su estrategia de ofensiva, que era por el oeste en dirección a Chile, se complementaba por ello con una de defensiva por el norte. Le dio entonces al general Martín Miguel de Güemes la tarea de montar el escudo para que ningún maturrango pasara por ahí. ¿Apoyándose en quiénes? En los valerosos pueblos de Salta y Jujuy, que junto a los del Alto Perú no les dieron tregua a los realistas, guerra de guerrillas mediante, impidiéndoles entrar a territorio de las Provincias Unidas.
En síntesis: patriotismo, desinterés personal, coraje, estrategia asentada en la confianza en la participación del pueblo de la patria en la lucha, son algunos de los legados del inmortal General José de San Martín.
Esas mismas enseñanzas que ha despreciado gran parte de la actual dirigencia política argentina, que se llena la boca en fechas como estas de alabanzas al libertador. Son los mismos dirigentes que nos han conducido, de muchos años a esta parte, al desastre que vive hoy nuestra nación. Y que, peor aun, no muestran seriamente ningún arrepentimiento ni autocrítica por ello.
No habrá futuro si no los recambiamos.
HUMBERTO TUMINI
Presidente Libres del Sur