— ¿Te gustó el paseo de hoy? — le preguntaba una abuela a su nieta en la estación de tren Liniers de la línea Sarmiento. La niña de unos tres años no contestaba, sino que seguía jugando con una espiga con la imagen de un santo.
Muchas de las personas que esperaban en el andén tenían el mismo objeto, venían del santuario de San Cayetano. Todos los 7 de agosto, miles de personas conmemoran al santo del trabajo en todo el país. El epicentro de la peregrinación es el barrio porteño de Liniers, en la calle Cuzco al 150.
En el año 2020 la celebración no pudo realizarse por la pandemia del virus COVID 19. En esta ocasión, la enfermedad no significó un freno para les miles de fieles que se acercaron desde la noche del viernes 6 de agosto y durante todo el sábado 7.
También se llevó a cabo otra tradición de la celebración de San Cayetano. Organizaciones sociales y movimientos políticos realizaron su propia peregrinación. Algunes partieron desde la parroquia en Liniers, otres de diferentes puntos de la capital. Todes convergieron en la Avenida 9 de julio y la Plaza de Mayo. El reclamo era el mismo que el de miles de fieles: trabajo, pan y vivienda.
Les fieles
Con un calor inusual para el invierno, la temperatura por la tarde superó los veinte grados. Asimismo las personas rondaban la iglesia, esperaban a entrar para saludar al santo o ser bendecides por les sacerdotes.
Históricamente se realizan dos filas para acceder a la parroquia. Una es la «rápida», que implica un veloz paso frente al santo. La otra es «lenta», en ella muchas personas acampan días previos al 7 de agosto para poder acceder dentro del templo.
Este año una única línea permitía la observación rápida de la imagen de San Cayetano, colocada en las puertas de la iglesia. Para dejar su plegaria o agradecimiento, miles de personas esperaron su turno durante todo el día. «La cola alcanzó hasta la cancha de Vélez Sarsfield» era la voz que se corría entre les asistentes.
En la fila de espera estaba Verónica. A media cuadra de ingresar a la iglesia, aguardaba su turno junto a sus dos hijes. «Venimos todos los siete de agosto, hace más de doce años» contó la mujer. «En el 2020 cerró todo, fue una tristeza bárbara» se lamentó.
Pero esta vez se acercaba con un nuevo propósito. «Principalmente vengo a agradecer que aunque con mi familia tuvimos Covid, lo pasamos en mi casa». Además expresó felicidad, porque «gracias a Dios y a San Cayetano, el trabajo de mi marido en una cooperativa está repuntando de nuevo».
Como en el resto de los ámbitos de la vida cotidiana, la pandemia fue un tema central. Se intentaron respetar los cuidados básicos: barbijo, alcohol y lo que se podía de distanciamiento (un poco difícil con tantas personas en un mismo lugar). Pero fue en los pedidos de les fieles donde el Covid y la falta de salud y trabajo iban de la mano.
Los amuletos del santo
Quienes caminaban entre les fieles eran les vendedores ambulantes. La clásica compra de les asistentes es la espiga con la estampita de San Cayetano. También lo son las velas amarillas, para prenderlas en los hogares y realizar las plegarias.
Frente al santuario hay una gran cantidad de santerías, para las que el 7 de agosto es su día cúlmine. Sahumerios, estatuillas, imágenes, flores, cualquier objeto relacionado con el santo se puede encontrar en sus vidrieras.
Además, todos los años se instalan puestos con artesanías alusivas a la fecha en las inmediaciones de la iglesia. Rosarios, velas, hasta mates con la imagen del patrono del trabajo se ofrecieron durante el día.
Por eso, la mayoría de quienes caminaban por allí tenían un amuleto en su mano en conmemoración a San Cayetano.
Religión en tiempos pandémicos
«Padre, ¿no me bendice la llave de la moto? La acabo de comprar» pidió un devoto a uno de los sacerdotes que caminaba frente a la puerta de la iglesia. En la calle se habían instalado algunas vallas, y las personas que no hacían la fila para ver al santo esperaban su bendición del lado de afuera. Constantemente, los sacerdotes caminaban por allí y esparcían agua bendita a les fieles que lo solicitaban.
Ubicada al costado de un centro de testeo de Covid 19, desde la parroquia establecieron diferentes medidas para evitar las grandes aglomeraciones de personas, aunque aún así miles de fieles caminaron por las calles colindantes durante todo el día.
Eduardo, el vicario parroquial, comentó a Nota al Pie que debieron «sacar el santo que estaba en la bóveda para que la gente no pudiera entrar en el templo». La imagen se encontraba en las puertas de la iglesia. «Las personas pasan enfrente del santo sin tocarlo, antiguamente lo hacían», explicó.
El sacerdote se alegró de que a pesar de la pandemia «los creyentes son muy devotos, quieren venir». Y recordó que el año pasado, «la calle Cuzco parecía como un domingo normal, porque no había nada ni nadie. La gente se acercaba y miraba el templo cerrado, era una tristeza».
La otra peregrinación
Mientras les devotes de San Cayetano se encontraban en la parroquia, otra procesión tenía lugar en el centro porteño. Numerosas organizaciones sociales partían desde diferentes puntos de la ciudad para concentrarse en la avenida 9 de Julio y en Plaza de Mayo. Sus reclamos eran los mismos que los de les fieles en la parroquia: trabajo digno.
Karina pertenece al Movimiento Evita. Representa al barrio 20 de julio, en Isidro Casanova, La Matanza. Sobre la movilización explicó que «estamos reclamando por tierra, techo y trabajo». Afirmó que en Isidro Casanova «no tenemos nada».
«Lo que pedimos es más planes para los compañeros que no tienen, queremos que nos ayuden a organizarnos y que nos reconozcan como un territorio de trabajo». Igualmente, reconoció que en su barrio tienen ayudas disponibles. «Allá llega mercadería, herramientas para trabajar, recibimos mucha ayuda del Movimiento Evita«.
Evangelina, de la Coordinadora 14 de junio de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular, también compartió su realidad. Al igual que el resto de las organizaciones, elles salieron a luchar por su estado laboral. «La situación es cada vez más complicada, muchos compañeros están desocupados» se lamentó.
«En nuestra coordinadora tratamos de contenerlos. Una compañera recién en lágrimas me decía: mi marido se quedó sin trabajo ayer, estaba con el gremio de los camioneros» aseguró la integrante de la 14 de Junio. Este no era el único caso.
En el último tiempo, el gobierno nacional implementó ayudas económicas con el plan Potenciar Trabajo. Pero ambas mujeres aseguraban que no era suficiente. «No alcanza, una canasta básica es de sesenta mil pesos» denunció Evangelina. «Con eso una familia tipo no llega a fin de mes. Por eso se reinventaron en las ferias, haciendo changas o vendiendo de forma ambulante en los trenes» finalizó.
La desconcentración
Ayer, sábado 7 de agosto, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires era un hormiguero de gente más de lo habitual. Al finalizar la tarde, las personas que visitaron el santuario de San Cayetano y quienes marchaban en el centro porteño volvían a sus hogares.
Las líneas de tren Roca y Sarmiento emitían trenes cada treinta minutos, y los vagones colmaban su capacidad máxima. Lejos de respetar el distanciamiento indicado para evitar la propagación del virus, los asientos y los pasillos no tenían ningún espacio libre para que entrara alguien más.
El pedido de trabajo al santo ya estaba hecho: ¿se cumpliría el deseo de una situación laboral estable? Habrá que esperar al próximo 7 de agosto, en la siguiente peregrinación al patrono en la parroquia de Liniers.