El 22 de julio es reconocido como el Día Internacional del Trabajo Doméstico. Así lo dispuso la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en pos de reivindicar las tareas de cuidado, realizadas principalmente por mujeres.
Sin embargo, “históricamente, las tareas de cuidado no han sido reconocidas como trabajo porque se las consideraba simplemente una responsabilidad natural intuitiva de las mujeres”, explica Lucía Cirmi Obón, economista y Magíster en desarrollo por el International Institute of Social Studies (ISS-EUR). Actualmente, es la Directora Nacional de Políticas de Cuidado del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad (MMGYD).
El trabajo doméstico comprende aquellas tareas que permiten que las personas se alimenten, vean sus necesidades de cuidados satisfechas. Que cuenten con un espacio en condiciones de habitabilidad, reproduzcan en general sus actividades cotidianas y puedan participar en el mercado laboral, estudiar o disfrutar del ocio, entre otras
Para Cirmi Obón, deberían ser reconocidas como un trabajo en tanto “aportan al Producto Bruto Interno (PBI), a la seguridad social, generan un bien público porque una persona bien cuidada es un bien público para nuestra sociedad y, principalmente, porque ocupan tiempo en una sociedad en donde el tiempo es dinero”.
En Argentina, el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado representa un 15,9% del Producto Bruto Interno, acorde con un informe de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género. De incluirlo en la medición, se trataría del sector de mayor aporte en toda la economía, seguido por la industria (13,2%) y el comercio (13,0%).
Una distribución desigual
Por otro lado, el informe señala una desigualdad en la distribución de las tareas. Mientras el 89% de las mujeres realizan las tareas domésticas y de cuidado, sólo el 58% de los varones afirma participar de ellas. De manera que las mujeres realizan más del 75% de las tareas domésticas no remuneradas en el país.
En tal sentido, la funcionaria advierte que “la desigual distribución del cuidado impacta de lleno a lo largo de la vida de las mujeres”. Especialmente en períodos de maternidad porque es cuando menos posibilidad de acceso se tiene a un trabajo remunerado. “Entonces, gran parte de la brecha salarial de la feminización de la pobreza y de la imposibilidad de jubilarse una vez llegada la tercera edad parte de esta desigualdad en los cuidados que nos hace tener un tiempo disponible menor para trabajos remunerados”, continúa.
Brecha y pandemia
“La brecha durante la pandemia aumentó. Lo muestran números hechos por el propio INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos): en siete de cada diez hogares el trabajo extra que apareció al limitarse la presencialidad en las escuelas y al limitarse la asistencia de trabajadoras casa particulares a los hogares. Todo ese trabajo extra, lo tomaron las mujeres”, asegura la economista.
Siguiendo un informe del INDEC presentado en octubre del año pasado y realizado en Gran Buenos Aires, en el 64,1% de los casos el aumento de las tareas recayó en las mujeres. Mientras que sólo en el 20,1% fue en los varones. A su vez, el acompañamiento escolar en hogares que habitan niñes de entre 2 a 17 años, impactó en el 70,3% en mujeres, mientras que sólo en el 21,3% fue en hombres.
“Eso es básicamente porque vivimos en una sociedad patriarcal en la que los varones tienen el permiso social para no hacer esas tareas. Y aún cuando sí quieren ser parte, el resto de la sociedad tampoco le permiten que puedan hacerlo. Muy pocas veces los varones pueden ser los que dicen que no a una reunión de trabajo porque tienen que cuidar y, simplemente, porque no se sienten los responsables últimos. Eso es lo que más tenemos que transformar”, sentencia.
Un horizonte de derechos
Este lunes se publicó en el Boletín Oficial el Decreto 475/21, el cual establece que las mujeres podrán sumar de uno a tres años de aporte por hije de servicio computables para su jubilación. Este reconocimiento, que alcanzará al menos a 155 mil personas que no completaron sus 30 años de aportes necesarios, busca saldar una deuda histórica.
“Este es un gran avance en relación a reconocer los cuidados como un trabajo. Hay que pensar que las mujeres somos mayoría entre las inactivas del INDEC y las políticas no contributivas de la seguridad social. Acá estamos diciendo que sí, que esos años que te dedicaste a cuidar contribuyen a tu aporte jubilatorio. Contribuyen al resto de la sociedad, entonces te corresponde un pedacito de esa riqueza”.
“Es bastante fuerte, por eso estamos tan contentas. Es el logro de un año y medio de trabajo de la Mesa Interministerial de Políticas de Cuidado que va permeando con esta perspectiva todas las políticas del Estado nacional. Y con vistas a que en un futuro ese trabajo de cuidado esté mejor distribuido y que los varones sean igualmente responsables”, declara Cirmi Obón.
Ley de Sistemas de Cuidado
Por último, cuenta que desde el Ministerio están trabajando en otra política con perspectiva de género: un anteproyecto de Ley de Sistemas de Cuidado. Su importancia radica en que “va a plasmar que el Estado nacional es responsable de una distribución más igualitaria a futuro. Y que tiene que proveer servicios, infraestructura y políticas públicas para que eso se materialice. Los sistemas de cuidado son la respuesta de los Estados nacionales a esa desigualdad en los cuidados que se ve en las casas y, también, en la desigualdad que se ve en el mercado de trabajo”, explica la funcionaria.
“Si no están esos sistemas es difícil que podamos no sólo reducir la desigualdad de género sino también alivianar la pobreza que está muy, pero muy conectada con los cuidados. Siete de cada diez hogares que tienen niños y niñas menores de 15 años -es decir, que tienen algún grado de horas dedicadas al cuidado- se encuentran mayoritariamente en los primeros dos quintiles de ingresos. Es decir: cuantas más tareas cuidado tenés, más chances de ser pobre”, concluye.