El proyecto La Sartén, está destinado a les niñes del barrio Monte Chingolo ubicado en Lanús, Provincia de Buenos Aires; con el objetivo de proveerles una alimentación saludable y realizar actividades creativas. Actualmente se encuentran juntando donaciones, principalmente de ropa, para colaborar con las familias que asisten al lugar.
Nota al Pie dialogó con Soledad Arce, docente que está a cargo del proyecto La Sartén; quien contó sobre cómo inició el centro, quiénes forman parte, el trabajo que allí realizan con niñes y sus familias.
Los inicios de La Sartén
El proyecto se llama La Sartén, inició hace ocho años en Monte Chingolo, Lanús. Empezó en un espacio muy pequeño que lo prestaba una agrupación que es la MTD Movimiento de Trabajadores Desocupados Lanús. Al año siguiente necesitaron el espacio así que tuvieron que mudarse a un lugar donde se encontraba la Fundación ACHE. En ese entonces tenía algunas pequeñas actividades como costura, herrería, algunas clases de folklore. No convocaba mucha gente.
Este proyecto inició con dos amigues: “una es Valeria que es de Quilmes que estaba viviendo en España y se conoce con un neozelandés que estaba viajando; que tiene una cafetería muy chiquita en Australia; que la había hecho una empresa social. En ese entonces él quería armar un proyecto para ayudar y ella le dijo -Ché mirá en Argentina hay mucha necesidad y yo tengo ganas también de hacer algo-, entonces empezaron este proyecto juntos. Con algunos ingresos que traía él de la cafetería”, recuerda Soledad.
Ella cuenta que se armó en este espacio un comedor de alimentación saludable para chicos de 6 a 13 años. “Cuando llegamos a la fundación después de esa búsqueda, empezamos a trabajar en conjunto porque era una ONG y para poder pedir subvenciones y ayuda se necesitaba algo más legal y para hacer una organización social era bastante difícil todo”.
Y agrega: “Entonces nos pusimos bajo paraguas de esta fundación que ya venía transitando hace años y, desde entonces, hasta ahora empezamos a buscar subvenciones, padrinos, hacer eventos. “Así se fueron construyendo, la cocina, el comedor, se terminó la cancha donde se hace deporte, que es compartida. Y después se fue sumando gente que iba conociendo el proyecto”, detalla.
Los focos del proyecto
Los dos ejes fundamentales son la salud y la educación. La salud es abordada desde la alimentación: “tenemos una huerta, tratamos de que los chicos todos los días coman verduras, legumbres. Además tratamos de hacer actividad física; hay un profe que ahora está dando deporte y es nuestro profe de percusión también”.
Otro eje es la contención emocional: “tenemos un grupo de psicólogas para acompañar algunas madres y una en particular que acompaña a los chicos”.
Por otro lado “el foco está puesto en el arte como una forma de que se puedan expresar en todo sentido, desde la música, desde la pintura, desde la palabra y apoyo escolar”, describe Soledad.
En este sentido destaca la importancia de acompañarles, “sobre todo en este momento tan difícil de la pandemia en el cual los chicos no se pudieron, la mayoría conectar o hacer las tareas porque no cuentan con conexión a Internet. O tienen un solo celular por familia y eso se hizo muy difícil desde el año pasado hasta ahora. En el espacio contamos con computadoras que fueron donadas hace dos años y tratamos de que; desde la educación estén acompañados”.
Las necesidades se incrementaron con la pandemia
Al espacio desde el año pasado se acercan más familias, “obviamente la necesidad extrema que hubo hizo que la gente del barrio saliera a buscar ayuda en todo sentido”.
“Nosotros estuvimos dando unos bolsones de comida el año pasado a más de 100 familias cada 15 días; esos bolsones se fueron repartiendo gracias a los ingresos que tenemos de una feria americana que funciona dentro del predio de ropa que se donaban y se vendía a muy bajo costo y con todos esos ingresos cada 15 días se podían comprar frutas y verduras. Más padrinos y donaciones que recibíamos para poder ofrecer esta ayuda a la gente”, menciona la coordinadora del lugar. Después de eso, mucha más gente del barrio conoció este lugar que fue creciendo en estos años.
En este contexto “lo que más estamos necesitando en este momento es abrigo, zapatillas, medias, La verdad que la pandemia nos muestra que las familias están pasando situaciones muy complejas. Yo creo que desde lo económico se nota un montón. Las familias son muy numerosas así que en estos tiempos donde el frío empezó a ser muy crudo empezamos a ver a los chicos venir con zapatillas rotas, sin medias o madres pidiendo camperas”, describe Soledad.
“Tenemos esta feria que te digo pero a veces no se consigue mucha ropa para chicos. Siempre las donaciones son ropa más para adulto así que yo creo que lo más urgente en este momento es eso. Por suerte donaciones de comida tenemos, fijas ahora”, explica Soledad; y menciona que siempre las urgencias van cambiando: “el año pasado fue la comida e hicimos una red tan grande que por suerte todavía seguimos recibiendo algunas donaciones, pero en este momento urgente sería eso”.
Además agrega que “también sirven útiles escolares, mochilas, cartucheras, porque ahora que los chicos están empezando a ir a la escuela presencial de vuelta, está esa necesidad porque en este tiempo estuvieron haciendo muy poco y desde sus casas. También podrían ser útiles escolares, siempre vienen bien, tenemos un stock para cuando empiezan las clases cada año los chicos, lo mismo que guardapolvos, eso sería lo más importante”.
El Equipo de La Sartén
El proyecto La Sartén está dentro de la fundación ARCHE, ahora lo coordina Soledad desde hace seis años. “Valeria que es una de las fundadoras; se fue a vivir a España hace tres años ya. Y Benjamín que es este neozelandés; que tiene la cafetería en Australia, se fue a vivir a Nicaragua el año pasado. Yo soy docente, vengo ya encarando este proyecto hace años junto con Ben. Así que cuando él decide irse automáticamente quedo yo como coordinadora”, aclara.
Hay una cocinera que es una mamá del barrio; sus dos hijos antes participaban de La Sartén, “uno de ellos; que ahora tiene 17 años nos está dando una mano como voluntario”.
“Tenemos a otra chica que es vecina, se encarga del mantenimiento de la huerta, después tenemos a Karina que es la profe de apoyo escolar, Sergio que es del barrio también, es profe de percusión. Y Guadalupe que está estudiando para maestra jardinera, así que la convocamos”, menciona Soledad.
Ahora tienen varias actividades: el comedor, deporte por la tarde, “empezó este año una chica a dar yoga, tenemos un taller de herrería, el taller de costura”. “Por suerte estamos convocando cada vez más, eso es muy lindo. La idea siempre es que este espacio sea sustentable y sostenible en el tiempo. Así que por eso siempre queremos generar oportunidades para que las familias y el barrio se apropien de este lugar y que siempre encuentren una oportunidad, lo ideal sería una realidad diferente; pero bueno estamos en ese camino”, relata Soledad.
Para realizar donaciones podés contactarse por el Facebook La Sartén, el Instagram @Lasartendechingolo y la página de la Fundación ARCHE.