Economía Femini(s)ta es una organización que se dedica a la producción y difusión de datos, estadísticas y acciones que tienen como eje la desigualdad de género. En este caso, se considera a la menstruación un factor más de desigualdad económica de género.
La campaña ‘’Mayo Menstrual’’ realizada bajo la consigna “que menstruar no sea un privilegio”; lanzada el 28 del pasado mes, en el marco del Día Mundial de la Salud Menstrual. Consiste en una colecta de dinero para que las mujeres y personas menstruantes puedan comprarse productos de gestión menstrual.
El horizonte es acabar con la desigualdad económica que supone la adquisición de estos productos; que según estas organizaciones se traduce en gastos de entre $3.200 y $4100 al año por persona.
Nota al Pie se comunicó con Lucía Espiñeira de Economía Feminita, quien sostuvo que ‘’La menstruación no se considera un tema de primera necesidad ni de salud pública prioritaria. Aquellas personas que no tienen la plata para costearla, tienen que elegir entre comer o menstruar’’.
Menstruar no se elige: la salud menstrual es un derecho
La Poderosa, una organización villera que tiene mucha presencia en el país, hizo un relevamiento con 2000 familias en el que 6 de cada 10 mujeres respondieron que dejaron de comprar productos de gestión menstrual para comprar alimentos. También, el 64% afirmó haber usado productos como trapos viejos o papel de diario para gestionar el sangrado en lugar de toallitas.
Al respecto, Espiñeira afirmó que ‘’Tener menos recursos te expone a mayores riesgos de salud vinculados a la menstruación. Menstruar se vuelve un privilegio y eso es un problema; porque no es algo que elegimos, es algo que nos ocurre de manera no optativa durante muchos años de nuestra vida’’.
‘’La menstruación es un tema invisibilizado y tabuizado que da cuenta de una brecha económica de género. Los productos de gestión menstrual son caros, solamente las personas que menstrúan (en su mayoría mujeres) tienen que afrontar este gasto, sumado a que hay una brecha salarial entre varones y mujeres de 23% en Argentina, que estamos empleadas en los sectores peores pagos y las tasas de informalidad más altas se dan en mujeres’’, finalizó.