En el mundo del rock, por mucho tiempo, las mujeres fueron destinadas a ocupar espacios secundarios o a ni figurar. Así, se enraizó la posición de poder de los hombres. Sin embargo, existen en la historia muchos precedentes donde ellas se sublevaron contra el sistema, logrando iniciar un cambio.
Romina Zanellato, periodista feminista neuquina, da cuenta de esa realidad negada en su libro “Brilla la luz para ellas”, publicado en 2020. En esas páginas desarrolla la historia de las mujeres en el rock argentino desde 1960 hasta la actualidad.
Las historias oficiales, por lo general, son escritas desde las perspectivas masculinas, por lo que no hay mucho material en lo que respecta al género femenino y las disidencias. Al respecto, Nota al Pie logró conversar con Zanellato y presenta la siguiente entrevista.
¿Qué te incentivó a empezar a escribir Brilla la luz para ellas?
Lo que de verdad pasó es que yo quería leer un libro que hiciera una historiografía sobre las mujeres en el rock y no había. Lo quería leer porque la desconocía. Me di cuenta que no sabía quiénes habían sido las primeras, las segundas, las terceras mujeres del rock nacional y no conocía cómo habían llegado a grabar, cómo habían sido esos años, cómo había sido recibida su música. Entonces, sentía esa falla en mí, como periodista de música y periodista feminista que soy. Así que empecé a investigar y entendí que, así como a mí me faltaba esa información, también podía faltarle a otres, y ahí nació la idea del libro.
¿Qué se va a encontrar la persona que lea este libro?
Va a encontrar una historia de las mujeres en el rock argentino a partir de 1960. De las músicas y del ecosistema del rock: las fans, las groupies, las técnicas, las fotógrafas, las mánagers, las periodistas. Esa historia se va trenzando con la historia de los feminismos y del país, que me parecen fundamentales para entender el momento actual, el 2020. ¿Cómo llegó Marilina Bertoldi a ganar el Gardel de Oro en 2019? Este libro es esa respuesta, porque hubo toda esta historia de entrecruces para que ocurriera.
En base a las investigaciones que realizaste para el libro, ¿Qué fue lo que más te shockeó escuchar?
Que la gran mayoría de las mujeres que entrevisté me dijo que los medios de comunicación, los periodistas de rock, y los productores de la industria fueron los principales censores de su trabajo, de quienes ellas más habían sentido discriminación. Eso me shockeó porque no sólo habla de un machismo recalcitrante entre colegas, también nos obliga a las periodistas de música a hacerlo mucho mejor que ellos, a tener un compromiso mayor.
¿Cuál crees que fue la mayor limitación de las mujeres para obtener visibilidad en la música?
Las bandas o artistas que son más reconocidos, son aquellos que reciben una inversión muy grande de productores, discográficas, etcétera. Para grabar en buenos lugares, para no tener otros mil trabajos, para sonar bien y rotar en los medios de comunicación. Esos espacios de poder, en general, son ocupados por varones.
Si en los 70 sólo seis mujeres grabaron discos, no fue porque eran novias de, sino, gracias a que eran novias de músicos reconocidos pudieron tener acceso a estudios de grabación. Y cuando dejaron de serlo, no pudieron continuar con su vida musical. Eso es el techo de cristal, que la concentración del capital, del uso de la tecnología y del conocimiento técnico era exclusivamente de los varones.
¿Dónde crees que está el quiebre en el que las mujeres comienzan a tener más lugar en la escena? ¿Crees que el crecimiento del movimiento feminista ayudo? ¿De qué manera?
No creo que haya habido un quiebre, sino una evolución paulatina. Sí creo que en los 80 cuando las Viuda e hijas de Roque Enroll salieron con su gran banda, siendo ellas enormes instrumentistas, cantantes y músicas, con canciones hermosas, bueno… fue un punto de inflexión. Ver mujeres tocando sus instrumentos en la tele de la tarde era algo que no había pasado. Así como no había pasado que dos mujeres presentaran su disco de amor, como fue Sandra y Celeste. Todo eso en los 80 fue muy revolucionario. A partir de ahí, los movimientos feministas fueron acercándose a la música o la influyeron de manera directa o indirecta hasta que en 2015 con Ni Una Menos y la marea verde se derramó hacia toda la sociedad.
¿Cómo viviste en tu carrera de periodista la cuestión del machismo?
Me resultó difícil hacerme un lugar particularmente en el periodismo de música, al principio no me daban cabida y yo me sentía muy insegura. Siempre creo que tenemos que estar demostrando constantemente lo que hacemos porque estamos más expuestas. Fue muy importante para mí empezar a escribir en medios de amigues, equivocarme las primeras veces en esos espacios más seguros, y después comenzar a trabajar con editores cercanos a mi forma de ver la vida y de llevar adelante mi profesión: feminista. En general, en los medios, los puestos de editores los ocupan los varones, y ahí fue clave encontrarme con algunos hombres interesados y respetuosos de nuestra lucha, en general eran jóvenes o pertenecían a la comunidad LGTBI. Después, el activismo y la amistad me llevó a ser parte de LATFEM que es nuestro medio feminista que me deja hacer todo lo que fantaseo.
¿Cómo influye la música/el rock en tu vida?
Influye en absolutamente todo porque es lo que más me gusta escuchar/leer/involucrarme desde que fui ganando autonomía cultural como persona (?), es decir desde mi adolescencia jaja. Desde mi fuero más íntimo como persona, mi educación sentimental, a los espacios de sociabilidad. Mis amigues más querides los conocí gracias a la música, de vernos en recitales o hablar de eso en las redes, mis mejores trabajos fueron vinculados a la música, ¡hasta a mi novio lo conocí gracias al rock! La música está en mi vida y lo estará para siempre. Debo decir que lo mismo ocurre con la literatura.
Para quienes quieran leer el libro, pueden conseguirlo en las librerías del país o ingresando a la web de la Editorial Marea.