El mes del compostaje inicia el 22 de marzo, con el Día del Agua, y finaliza el 22 de abril con el Día de la Tierra. Durante este período, las personas, las organizaciones de la sociedad civil y los gobiernos locales buscan informar y generar conciencia, con el fin de popularizar este hábito, que consiste en transformar los residuos orgánicos en fertilizante natural para los suelos.
Gracias a que contribuye a la reducción de la basura, el compostaje cumple un rol fundamental en el cuidado del planeta. En este sentido, esta acción, que es reconocida mundialmente, cuenta en Argentina con el apoyo del Ministerio de Ambiente, a través de la Resolución 92/2020
Esta praxis se vuelve fundamental en un contexto donde cada año un tercio de los alimentos producidos son desperdiciados. Se calcula que una bolsa de basura diaria contiene un 40% de materia orgánica que puede ser reciclada y devuelta a la tierra en forma de humus para las plantas y cultivos. Compostando, de cada 100 kilogramos de residuo orgánico se pueden obtener 30 kilogramos de abono gratuito.
La importancia de reciclar la materia orgánica convirtiéndola en abono natural radica en que cuando los materiales se mezclan y se transforman en la mal llamada ‘basura’, “se genera un impacto ambiental muy grande, que se da distintas maneras: a través de la atmósfera, con la liberación de gases invernadero como el metano, un gas producido por la putrefacción de la materia orgánica que genera calentamiento global; y a través del agua, ya que cuando la basura se drena, todos los contaminantes que contiene van cayendo a las napas”, explicó un integrante del Colectivo de Recicladores Urbanos, Agustín Reus.
Además de frenar el impacto ambiental, el compostaje es económicamente viable. Por un lado, mejora la productividad de los suelos, y así, los ingresos de les agricultores. Por otro lado, “la logística de transporte, de compactación, de enterrado de la basura, entre otras cosas, tiene un costo muy grande que podría evitarse si se transformara en casa. Hay estadísticas de que entre el 30 y el 50% de lo recaudado por los municipios son destinados a la gestión de la basura. Desde la recolección domiciliaria hasta la exposición final en los rellenos sanitarios o en los basurales”, afirmó Reus.
Compostar es una actividad sencilla, económica y que puede llevarse adelante en el hogar. Pero, en el caso de no contar con los recursos espaciales, les vecines de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tienen una alternativa, ya que el Colectivo de Recicladores tiene a disposición un compostero comunitario ubicado en el barrio de Chacarita sobre la calle Roseti, esquina Forest. Allí se pueden depositar los residuos orgánicos y adquirir información al respecto. De esta manera este colectivo puede aportar conocimientos y generar responsabilidad ambiental entre les habitantes de la zona.
“Por suerte cada vez hay una mayor conciencia ambiental. El año pasado vivimos una pandemia que nos hizo repensar nuestra forma de vivir. Creció la conciencia a la hora de alimentarse, lo que generó una mayor demanda de bolsones agroecológicos y también aumentaron las huertas urbanas. Esas plantas demandaron abono y muches empezaron a compostar. Así comenzó a interiorizarse”, concluyó el integrante del Colectivo de Recicladores Urbanos.