En 2019 la pandemia comienza a alterar el mundo. Un nuevo drama se suma a la compleja realidad mundial. Esta vez golpea a todes. No distingue países, clases sociales, niveles educativos… Luego de detonar en diciembre de ese año en Wuhan, China, rápidamente llega a Europa. España, Italia, Alemania e Inglaterra son los primeros países. Y con cifras que comienzan a asustar.
El colapso sanitario mundial se instala como peligro cierto, ubicando en el “frente de batalla” a médicos, enfermeros y auxiliares sanitarios. Atemorizante escenario que lleva a la farmacología mundial, y su capacidad para generar prontas soluciones, a convertirse en una necesidad de primera magnitud en la agenda de todos los países.
Desde ese momento la gran prensa internacional comienza un fuerte despliegue informativo. A la lista de incesantes cifras de muertes, día a día se le agregan nuevos países. Simultáneamente van ganando un lugar en portadas y titulares nuevos términos. Nombres al momento desconocidos pero que poco a poco terminan siendo parte de la habitualidad.
“Pfizer”, “Moderna”, “Sinopharm”, “AstraZeneca”, “Sputnik V”, “BionTech”, “Jansen”, “CureVac”, son algunos de ellos. Muchos de sus nombres permiten identificar a varios gigantes farmacéuticos, y detrás de ellos a países como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Suecia, Rusia, China.
Los principales cuatro ya multiplicaron sus ingresos casi por diez gracias a los primeros contratos para el suministro de vacunas. Pero el salto real del negocio se producirá este año, cuando se espera el grueso de la vacunación en la población mundial, y se prevé que sumen ventas por 12.182 millones. Para 2022, se les añadirán otros 10.531 millones.
Correlato comunicacional
Casi en simultáneo los diferentes eslabones de la estructura mediática van tomando diferentes posturas. Empezaba la lucha por la legitimación de tal o cual desarrollo. Se habla de salud, se habla de vacunas, pero la motivación es puramente mercantilista. Por debajo del relato, para estos medios solo se trata de un “producto” que va a ser “consumido”. Pero con una importante diferencia, la existencia de un “mercado” casi inconmensurable… el orbe planetario.
Así la puja informativa pasa del relevamiento inicial sobre aspectos técnicos y médicos a privilegiar quién llega antes, cuál tiene los mejores porcentajes de inmunización, que estados logran los primeros acuerdos, etc. O sea, el debate gira sobre el mejor “producto” y no sobre cuáles son las mejores estrategias para resolver un problema sanitario de semejante dimensión.
Esa dinámica “competitiva” les termina corriendo el velo, su objetivo no es informar o buscar la verdad. Sino conseguir los mejores porcentajes de legitimación para un fabricante determinado, en dependencia, claro está, del círculo industrial, financiero y comercial al que represente. Sea este de base privada o estatal. El capitalismo siempre ordena y es en la arena de la opinión pública donde se “ganan mercados”.
Por eso, por estos lares vimos cómo se preocupaban, por ejemplo, por “cuidar” la imagen de las Pfizer o Moderna (estadounidenses); y de desprestigiar a las Sputnik V o SinoVac (de Rusia y China, respectivamente, tributando favores al patrón del norte continental.
En definitiva, Cuba siempre está
Pero en el frente de batalla real, no en el virtual, y desde el Caribe, algunos no se quedaban pasivos, salían a la ofensiva. Primero lo hicieron desplegando sus ya conocidas misiones humanitarias. Si lo habían hecho por los damnificados de otras guerras, cómo no hacerlo ahora también por las víctimas que iba provocando este nuevo “agresor”. Así, las Brigadas Médicas Henry Reeve, se encontraron nuevamente asumiendo acciones solidarias por el mundo. Visitando no sólo los países más pobres del Caribe y Sudáfrica, sino también en ayuda de otros Estados de América y Europa, como México o Italia.
Y muy rápidamente Cuba también se puso a desarrollar estrategias para enfrentar la pandemia. Debieron hacerlo pese a transitar un marco complicado, en parte producto del histórico bloque norteamericano, en parte por la dificultad de un deficiente esquema productivo para generar recursos propios; y todo en medio de un proceso de unificación monetaria. Estado de situación que se ve agravado además porque la crisis mundial repercute en una de sus principales industrias, el turismo.
Se producirán este año 100 millones de dosis de vacunas cubanas
Pese a todo Cuba concreta el desarrollo de sus propias vacunas contra el COVID-19. Son cuatro y para denominarlas recurre a “otras” palabras, elige unas de alta carga simbólica, las llama: ”Soberana”, “Mambisa” y “Abdala”. “Mambisa” (Mambi en masculino) refiere a quienes lucharon durante el siglo XIX contra España en las guerras de independencia de Cuba y Santo Domingo. Y “Abdala” en honor al poema patriótico escrito por José Martí en 1869.
“Estamos reorganizando nuestras capacidades productivas porque realmente tenemos mucha demanda de la vacuna y tenemos que prepararnos”, dijo hace pocos días en conferencia de prensa el Dr. Vicente Vérez, director del Instituto Finlay de Vacunas (IFV).
Ya en agosto del año pasado, el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (CECMED), autorizaba el comienzo de los ensayos clínicos en humanos de su primer candidato vacunal, era la Soberana 01.
Luego en noviembre se autorizaba la Soberana 02 y posteriormente las Mambisa (CIGB 669) y Abdala (CIGB 66).
Sobre el enorme desafío que significa para un pequeño país plantearse no ya uno sino cuatro desarrollos simultáneos, el representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la isla, José Moya, se mostró optimista. “Cuba tiene más de 30 años produciendo sus propias vacunas” expresó.
“No es casual que Cuba haya sido el primer país en América Latina y el Caribe en tener un candidato vacunal contra la COVID-19 en fase de ensayos clínicos; a ello le precede la experiencia que tienen nuestros científicos e instituciones en el campo de la biotecnología”, afirmó el Dr. Eduardo Martínez Díaz, presidente del grupo empresarial BioCubaFarma, en en el programa Mesa Redonda de la tv estatal cubana.
Entrevista a Eduardo Martínez Díaz, presidente de BioCubaFarma.
Camino soberano
“La estrategia de Cuba de comercializar la vacuna tiene una combinación de humanidad y de impacto en la salud mundial. No somos una multinacional donde el objetivo financiero es la razón número uno, nuestro fin es crear más salud”, aseguró Vérez.
Además otra de las razones por la que Cuba se ha lanzado con determinación al desarrollo de sus propios proyectos es «lo caro que resulta la adquisición de las vacunas» (refiere a las producidas en el exterior) argumenta Martínez Díaz.
“En el caso de este virus –continúa– ocurre que no hay suficientes vacunas: hay muchos países que han iniciado los programas de inmunización con muy pocas vacunas y muy caras, a precios que son excesivos para nosotros de cara a vacunar a los diez u once millones de cubanos que decidan vacunarse».
Aprovechando su vasta experiencia en medicina preventiva, Cuba recurrió al uso de complejos inmunitarios. Para ello acudieron a medicamento desarrollados anteriormente por sus centros en biotecnología, como la Biomodulina T, el Nasalferon (Interferón por vía nasal) y el Prevengovir, entre otros. Buscando de esa manera subir las defensas de la población de riesgo, especialmente de los adultos mayores y del personal de la sanidad. En este último sector cabe destacar que no han tenido ningún fallecido por coronavirus hasta el presente.
Martínez Díaz y los equipos a su cargo están «convencidos» de que esta forma de acometer la lucha contra la pandemia les permitirá conseguir que Cuba sea «uno de los primeros países, si no el primero, en poder inmunizar a toda su población», aseguran.
Hoy la industria biofarmacéutica cubana produce ocho de las vacunas que se utilizan en su programa de inmunización. Eso les ha permitido alcanzar un 100 por cientp de cobertura en el programa nacional de vacunación, de los más altos en el mundo, logrando impactar en la eliminación de varias enfermedades y la reducción significativa de otras.
Eulogio Pimentel Vázquez, director del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), destacó que esa institución tiene uno de sus candidatos como vía de administración intranasal, la Mambisa (CIGB 669). “Según los estudios realizados descubrimos que este candidato tiene la capacidad de generar anticuerpos y cumplir con el resto de los objetivos propuestos” dijo. El directivo precisó que la misma está en fase I en el Centro Nacional de Toxicología.
El segundo candidato vacunal (CIGB 66), Abdala, de vía intramuscular, comenzó el 3 de febrero la fase II del ensayo clínico en el Hospital Saturnino Lora de Santiago de Cuba.
Estos avances, producto de la capacidad y la decisión de desarrollar sus propias vacunas, les ha permitido planificar para el primer semestre del año tener a una parte importante de su población vacunada.
Por otro lado, informaron que a finales de febrero iniciaron ensayos en pacientes pediátricos. Este estudio abarca edades entre 5 y 19 años, con vistas a garantizar la seguridad de la población infantil en etapa escolar, lo cual dará mayor tranquilidad a los padres y hará posible la asistencia a clases.
Nuevamente las acciones, avances y potencialidades de un pequeño país americano son premeditadamente ignorados por la corporación mediática internacional. Queda cada vez más claro el vínculo de intereses que la une al poder económico transnacional, en este caso al de la especulativa industria farmacológica del primer mundo.
Fuentes:
ACN
RT
Agencia Prensa Latina
Granma
El País