En las entrevistas de trabajo a las mujeres se les sigue preguntando sobre la maternidad, si tienen pareja estable, si toman pastillas anticonceptivas, si tienen deseos de ser madres, e incluso llegan a preguntar qué harían en caso de quedar embarazadas. No importa la experiencia laboral y la formación académica, las respuestas a esas preguntas hoy siguen teniendo su peso propio.
Fueron muchas las científicas pioneras en nuestro país y en este día tan especial de lucha y reivindicaciones, queremos recordar a algunas de ellas.
La primera Física Médica
Desde que nació, en 1940, a la Licenciada Mariana Levi de Cabrejas, su padre intentó fijarle el destino: tenía que ser diplomática, hasta incluso llego a anotarla en Suiza para que estudiara allí. Pero ella, una joven de gran carácter, quería ser Física contra viento y marea, aunque esto le haya costado el vínculo con su papá durante todo el primer año de la carrera. Con sus ideales bien definidos, ya desde el colegio secundario la rebeldía y sus convicciones formaban parte de su esencia. Junto a su novio de aquel entonces (y con quien luego se casó y tuvo 4 hijos) participó de la lucha por el boleto estudiantil y ambos habían creado la Comisión del Comedor.
Una vez terminada la secundaria, comenzó a estudiar Física al mismo tiempo que dictaba clases de matemáticas en su antigua escuela. Luego de finalizar la carrera en 1965, ingresó como Física a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Al poco tiempo nacieron sus dos primeros hijes, con un año de diferencia. Como su marido se encontraba realizando la residencia de Medicina, actividad que le demandaba todo el día, Mariana tuvo que dejar de trabajar para dedicarse 100% al cuidado del hogar y maternidad. Después de unos años la situación se invirtió. Ella retomó su trabajo y su esposo, con las guardias ya establecidas, cuidaba a sus hijes, les daba de comer y limpiaba la casa. Pionera no sólo en física, sino también romper la regla básica de la sociedad: la mujer, mejor en la cocina.
Comenzó a interesarse cada vez más sobre el control de calidad de los equipos de medicina nuclear. Todo lo que sabía lo transmitía, nunca se guardaba nada. Tal es así que decidió recorrer el país entero en su propio auto y con sus equipos manuales, para enseñar y asesorar a los diferentes servicios de Medicina nuclear. El Organismo Internacional de Energía Atómica, al enterarse de esto, le propuso replicar lo mismo en Latinoamérica junto a su colega Garreta convirtiéndose ambas en Físicas precursoras en medicina nuclear. Más tarde también fue convocada para disertar en Europa y Asia. Además, como la especialidad en Física Médica no existía, junto con una colega se contactó con la Universidad de Buenos Aires (UBA) y crearon la Maestría en Física Médica, para que otres físiques pudieran formarse.
Cuando llegó el momento de la jubilación sintió una gran depresión. Pero eso no le impidió continuar haciendo lo que más le apasionaba y lo que mejor sabía hacer: estudiar, investigar y transmitir su conocimiento. Publicó dos libros sobre instrumentación de calidad en Medicina Nuclear mezclados con temas de física.
Su legado no sólo se encuentra resguardado en les miles de científiques que formó e impulsó a lo largo de su carrera, sino también en sus hijes les doctores Raúl y Verónica, médiques dedicados a la Medicina Nuclear. Su hija al principio se formó en Medicina Familiar pero luego siguió los pasos de su mejor mentora, su propia madre.
El pasado miércoles 3 de marzo de 2021, falleció de una forma sorpresiva. Fue una gran científica y una gran mamá, tanto para sus hijes como para sus discípules. La calidad y la seguridad de les pacientes están aseguradas con su vida dedicada a la ciencia.
La primera Veterinaria
Amalia Pesce nació en Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, en 1906. A los 17 años quedó huérfana y esto hizo que se refugiara en los animales, por los cuales empezó a tenerles un gran cariño. Cuando en 1927 se dirigió para anotarse a la entonces Facultad de Veterinaria y Agronomía, de la UBA, le dijeron que no era una carrera para mujeres, y que mejor estudie Agronomía, porque Veterinaria le iba a resultar muy difícil y que además era una actividad para hombres. Mientras estudiaba se casó, lo que hizo que se alargaran los años de cursada, terminando por recibirse en 1937.
Se dedicó al estudio de la microbiología, como casi todas las mujeres de su época. Trabajó en la sección Patología Animal del Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación, donde creó el primer laboratorio de anaerobios. Además, fue miembro de la Comisión Permanente de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) para el estudio de las enfermedades causadas por los gérmenes anaerobios, y fue becada en el Instituto Leloir en París, Francia. Cuando quiso concursar para ser Directora del Departamento de Infecciosas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), le advirtieron nuevamente que ese puesto no podía ser de una mujer, pero que ante un viaje del Director, ella podría reemplazarlo.
Amalia Pesce logró abrirse camino en una carrera que estaba totalmente pensada para hombres y su valentía e ideales permitieron que más mujeres hayan podido anotarse a estudiar.
Pionera en Informática
Rebeca Cherep de Guber nació en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, en 1926. Se recibió de Doctora en Matemáticas en 1949 en la Universidad de La Plata, fue docente en las facultades de Exactas y de Ingeniería de la UBA y publicó numerosos libros y artículos sobre el desarrollo de la informática. Una de sus grandes obras que prospera aún al día de hoy es el libro “Elementos de Cálculo Diferencial e Integral`”, en donde explica con claridad operaciones matemáticas y es un clásico en las bibliotecas de estudiantes.
En 1960 formó parte de la creación de la Sociedad Argentina de Cálculo y fue Secretaria Técnica del Instituto de Cálculo (IC) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, donde tenía que manejar un grupo de setenta personas. En ese momento comenzó a funcionar Clementina, la primera computadora destinada a la investigación científica.
En 1966, luego de largas luchas que culminaron en la Noche de los Bastones, el IC quedó desmantelado. Muchos de les científiques y docentes renunciaron a sus cargos, entre ellos Rebeca. Junto a unes colegas fundó la primera consultora orientada al desarrollo del software. En 1977 debió exiliarse en Venezuela. Años más tarde, una vez recuperada la democracia en 1983, integró la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación. Entre los logros se encuentran la creación de la Escuela Latinoamericana de Informática (ESLAI), el Programa Argentino Brasileño de Informática (PABI), las Escuelas Brasileño Argentinas de Informática (EBAIs) y la creación del Instituto Tecnológico de Chascomús (INTECH). Además, desarrolló proyectos de ciencia y tecnología en escuelas técnicas y agrarias de la provincia de Buenos Aires. En el año 2002 fue socia fundadora del Centro REDES – Centro de Estudios sobre Ciencia, Desarrollo y Educación Superior, asociado al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), un centro de estudios sobre ciencia, desarrollo y educación.
Las primeras científicas en ir a la Antártida: Carmen Pujals, María Adela Caría, Elena Fontes y Ensenada Bernasconi.
Hace 53 años, cuatro biólogas realizaron trabajo de campo en la Antártida. Fueron conocidas como “las cuatro del Melchior”, la base temporaria argentina donde se instalaron. Todas eran biólogas del Museo de Ciencias Naturales (MACN) y permanecieron en la base durante dos meses y medio. Pudieron tomar muestras de agua, fango, flora y fauna marina, descubriendo por ejemplo una nueva especie de estrella de mar. Las muestras de algas marinas forman parte ahora de la exposición del Herbario del Museo.
Gracias al empeño y pasión de las primeras mujeres que decidieron dedicar su vida a la ciencia, las que vienen detrás tienen el camino un poco más despejado.
Por las que forjaron, por las que día a día forjan y por las que forjaran su carrera con sacrificio y dedicación, hagamos visibles a las mujeres en la ciencia y defendamos su lucha por obtener igualdad de condiciones laborales.
Según el análisis,»Si bien la mayoría de los estudiantes son mujeres, al momento de ingresar a la carrera de investigador en el Conicet, sólo lo son el 25%. «al observar las categorías de investigadores del Conicet, las mujeres son mayoría en los niveles iniciales y van reduciendo su participación a medida que la categoría es superior: representan el 61,3% de los investigadores asistentes, pero el 25% de los investigadores superiores» El estudio indica además que en términos de puestos de liderazgo, casi el 90% de las autoridades integrantes del Consejo Interinstitucional de Ciencia y Tecnología fueron varones en 2017, así como el 89% de los rectores en universidades y el 73% de Secretarios de Ciencia y Tecnología (o equivalentes). En el mundo, la falta de paridad se mantiene más o menos igual, ya que sólo el 27% de los trabajadores en el sector de software y tecnologías de la información son mujeres y menos del 20% tienen roles de liderazgo. Otro dato del relevamiento es que si bien las mujeres recibieron el 60% de las becas financiadas por el Conicet en 2018 (e incluso el 50% en campos de menor representación femenina como las ciencias exactas y naturales), las investigadoras que dirigen proyectos científicos reciben en términos generales un 25% menos recursos que sus colegas varones. |